CIUDAD INVITADA EN EL GIGANTE ASIÁTICO

El diseño barcelonés toma el viejo barrio comercial de Pekín

Colección de 'caganers' en el espacio de la Casa Barcelona.

Colección de 'caganers' en el espacio de la Casa Barcelona.

ADRIÁN FONCILLAS / PEKÍN

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La invitación de Barcelona a la Semana del Diseño de Pekín propone un sugestivo contraste. Por un lado, Barcelona, con su reputación cool, trendy y fashion apuntalada en el diseño. Por otro, Pekín, capital de un país célebre por su excelencia en la copia. Si algo tiene que vender Barcelona en China es diseño, un concepto de estomagante repetición en los discursos de la apertura. Quizá para corregir una anomalía: hasta China todavía no ha llegado la reputación del diseño de Barcelona, reducida aún a Gaudí y el Barça.

Hasta Pekín han viajado artistas y diseñadores barceloneses. La Casa Barcelona permite un recorrido por pasado y presente: carteles de la Mercè o de la lucha antifascista del siglo anterior, cervezas Moritz y Estrella, pastillas Juanola, licor Anís del Mono, el logo daliniano de Chupachups, yogures Danone o 300 diminutos caganers. También las reinterpretaciones de diseños clásicos. Una barretina que Gerard Moliné convierte en neobarretina de múltiples usos, el mocador de Farcells que Azúa y Moliné transforman en una bolsa al hombro o un porrón que permite como coporrón beber a varios de una copa. «Los diseños clásicos son los mejores porque nos han servido durante cientos de años. Por eso es difícil reinterpretarlos y al mismo tiempo respetar su esencia», señala Gerard Altaió, comisario de la muestra y diseñador en Pekín.

ACTIVIDAD CALLEJERA

Las exposiciones se encuentran en los aledaños de Dashilar, la calle comercial más antigua de Pekín y epicentro bohemio antes de que Mao finiquitara los fumaderos de opio y burdeles. Hace solo unos años aún resistían espectáculos semiclandestinos de transexuales de un humor muy grosero. La zona ha sido remodelada con buen gusto y sensatez teniendo en cuenta los parámetros urbanísticos habituales. En estos ovillos de calles estrechas y casas bajas la vida transcurre en la calle, con mercados sobre manteles y zapateros remendones en bicicleta. Supone un halo de frescura frente a la sobriedad soviética de la vecina plaza de Tiananmén. «Me ha sorprendido mucho. No esperaba esta actividad en la calle, que nosotros hemos perdido. De China solo escuchamos su censura, su comunismo…», asegura Jesús Galdón. El artista barcelonés se ha servido de las nuevas tecnologías de los móviles para acercar su barrio natal de Poble Sec a Dashilar y subrayar así el factor humano.

Diseñadores españoles han llegado en aluvión a China en los últimos años buscando trabajo en un proceso similar aunque no tan acentuado como el de los arquitectos. El sector está empezando aquí, donde multinacionales arrastran enmohecidos logos durante décadas. «Una empresa en Occidente sabe que es fundamental contratar a un estudio para su diseño, pero aquí todavía no ocurre», razona Pep Salazar, director del festival de referencia global OFFF. La actitud está cambiando, concede. A su conferencia asistieron 400 diseñadores chinos y aspira a que más estudios barceloneses desembarquen en China.

Salazar comprobó con sorpresa cuando buscaba estudios de calidad chinos que muchos ofrecían resultados muy parecidos a los de Barcelona. En Pekín intentará explicar cómo culturas tan opuestas pueden llegar al mismo punto. ¿La copia, quizás? «Eso es precisamente lo que quiero desmentir», sostiene.

También hay programadas pequeñas exposiciones de estudios como Vasava, que trabaja para Nike, y talleres donde HEI Studio enseñará diseño gráfico mientras Marta Cerdà dará clases de tipografía. El programa incluye la exhibición de películas con Barcelona de escenario y el Mapa del proceso culinario, una colaboración entre Ferran Adrià y el colectivo Bestiario.

«Es muy creativo y poderoso. El diseño moderno en China es aún muy reciente, empezó tras los Juegos Olímpicos de Pekín del 2008 y está todavía muy apegado a los símbolos tradicionales», señala Jiang Xiao, estudiante de diseño industrial de 20 años frente a un corazón roto de Marta Cerdà.

Pekín sigue la senda barcelonesa: la eclosión del diseño se gestó en los Juegos del 92 con el Cobi de Mariscal, la renovación urbana, la creación de escuelas y el desarrollo de industrias creativas. La globalización e internet acabaron de formar la tormenta perfecta para que dos décadas después Barcelona alcanzara el olimpo del diseño. Es improbable que Pekín recorra la misma senda, pero China acostumbra en las últimas décadas a dejar en mal lugar a los escépticos.