Un destino, una hora, un andén

Correr es el verbo, porque al final de la vía siempre espera algo, o alguien

El vestíbulo de la estación de Sants en hora punta.

El vestíbulo de la estación de Sants en hora punta. / JULIO CARBÓ

MAURICIO BERNAL

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Las cuatro y media, la estación de Sants, la hora punta o el inicio de la hora punta. «Manresa, vía 8», escupe la voz omnipresente, femenina, la dama anónima de la megafonía. «L'Hospitalet de Llobregat, vía 7». «Granollers centre, vía 13». El lugar es de paso y los más van apurados, arrastrando las maletas, fabricando la banda sonora o parte de ella, el rumor de ruedas, gente con un proyecto, un destino, un andén que los espera, una hora que los apremia. Vagabundear, aquí nadie vagabundea, no, ese verbo, de personas que tienen tiempo. Prisa, más bien; el sustantivo es prisa. No tener minutos, el súmum de lo moderno, en todos los sentidos. Rápidamente: correr rápidamente que se va el tren, hay cámaras en el techo, por todas partes, publicidad, anuncios, tiendas, megafonía, correr, rápida, velozmente llegar al andén, bajar las escaleras, unirse a la multitud. Subir al tren, pero esa es otra historia. «Talgo procedente de Lorca-Sutullena, vía 12».

Vías 1, 2, 3, 4, 5 y 6, la aristocracia de Sants, la alta velocidad, lo dicen las chaquetas verdes de los hombres que dan la bienvenida, sus corbatas, su cosa señorial. «Maçanet Massanes, vía 8, por Mataró». Se acerca un hombre con un peto, Renfe Asistencia, anuncia su chaleco luminoso, y un grupito con globos detrás, ruidoso, jubiloso, anciano. La adolescencia se apoltrona, parece que el suelo es para eso, o bien piden un euro para el billete, y lo consiguen, o bien gritan, que se les da bien. «Terrassa, vía 8». El viajero es un ser perdido por naturaleza, dubitativo, no sabe si la vía es esta, si este es el billete, si este el tren, y helo aquí, el turista confuso, el paradigma o el cliché, el grupo de austriacos, o de eslovenos o de lituanos, por supuesto jubilados, por supuesto girando sobre sí mismos, la gran maravilla de viajar: acaso van a Girona y acaso acaben en Tarragona. «Barcelona estación de França, vía 13». Hay un sitio llamado punto de encuentro y es el sitio muerto, el cementerio donde nadie se encuentra, por supuesto. Borbotea la estación.

El hogar y sus calideces

Sants: 8.928.000 viajeros el año pasado, 91.843 usuarios de Cercanías cada día; el centro de todo si se habla de lo ferroviario, el nudo, con sus aves y sus metros, su media distancia, sus taxis esperando afuera, en fila una parte y en enjambre otra. Los besos, dónde están los besos: están en las vías de la aristocracia, las de los viajes lejanos, los besos y los abrazos, las largas despedidas, las lágrimas a veces, hoy no, hoy todo es limpio y rápido, parece, sin divorcios dolorosos. «Aeropuerto, vía 9». «Avant procedente de Lleida, vía 4». Hablando de rincones muertos está el rincón de las bebidas, junto al metro, aquí no hay nadie, no para nadie, esa señora, tal vez, sí, no, este estudiante, tampoco, este señor, sí, que compra una Coca-Cola. Comprar, junto a viajar, es el otro verbo, al fin y al cabo esto es un poco centro comercial. La gente viaja y compra camisetas del Barça, viaja y compra sombreros, viaja y compra sí, claro, la prensa, un libro, pero también un pedazo de salchichón, de regalo o para el trayecto, peluches, medias, ropa interior. «Regional procedente de Portbou, vía 9». Si los llamados miden la actividad, entonces es que la actividad aumenta. Euromed, destino Valencia. Regional, destino Cerbère. Avant, destino Girona. Vilafranca i la Geltrú, vía 10. Corra señor, corra señora. Los deja el tren.

Conversaciones por teléfono, frases al vuelo, la conjunción de planetas que es esto, de viajeros, de seres humanos. «¿Yo? Yo no sé nada de ecuaciones» «Escucha: Inter Atlantique» «¿Ella…? ¿Te dijo eso?» «Yo quiero esa canción que viene de otra manera, tú». O algo inteligible, seguro. Corra joven que lo deja el tren, corra mujer en sus treintas, corra hombre en sus cuarentas; corra grupo de japoneses despistados. Corra con desparpajo o corra con vergüenza, pero corra: al otro lado de todo esto hay casas, mejor, hogares, hay calideces, hay una cama, quizá de hotel, hay una promesa o un destino, que es lo mismo, y la gente corre, aquí nadie quiere estar, ¿quién quiere estar en Sants? ¿Estar, lo que se dice estar? Nadie, correr es el verbo, ni viajar ni comprar, ni comer ni beber, correr y correr, porque al final de la vía siempre espera algo, o alguien.