BARCELONEANDO

Cumpleaños imperial

El nuevo cónsul japonés celebró el viernes en su residencia el natalicio del emperador Akihito

OLGA MERINO

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Hubo el viernes una recepción de postín en la zona alta de Pedralbes por el natalicio del emperador de Japón, fiesta nacional en el país de Pokémon y el sol naciente. Su majestad Akihito nació en realidad el 23 de diciembre —este año cumple 83—, pero la celebración se adelantó porque a priori no parecía muy buena idea convocar un evento la misma víspera de Nochebuena, con los preparativos de la cena, las sillas que faltan y el 'caga tió'.

De hecho, algunos de los invitados al 'tennō tanjōbi', el cumpleaños imperial, venían a su vez de haber celebrado ya en el Palau del Lloctinent el acto oficial por el Día de la Constitución —entre ellos, el anfitrión Enric Millo, nuevo delegado del Gobierno en Catalunya—, mientras que el cuerpo consular residente en Barcelona tuvo que dividirse: unos, a la recepción japonesa y los otros a la organizada por los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que también celebraron el viernes su fiesta nacional, en el Hotel Arts y sin una gota de alcohol. O sea, un estrés. Ya se sabe, estos días son un cúmulo agotador de cenas de empresa, amigos invisibles y, para algunos, también saraos diplomáticos.

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Pero, a lo que íbamos, el convite que nos ocupa, el japonés, celebrado en la residencia del nuevo cónsul, Naohito Watanabe, fue exquisito, un despliegue de hospitalidad nipona en el que sí hubo bebercio sin escatimo, sake, cava y botellas alegremente descorchadas de Corazón Loco, el vino que elabora Iniesta, el bodeguero antigaláctico.

Asistieron alrededor de 400 invitados, entre los que abundaba el elemento masculino, señores que parecían dividirse en dos categorías, la de los empresarios y la de los cargos medios de la Generalitat. También, muchos galones. Tenientes generales, jefazos de la Guardia Civil y de los Mossos, entre ellos el 'capo' máximo, Josep Lluís Trapero.

Entre tanto traje azul marino, la nota de color la pusieron un grupo de chicas catalanas, miembros de la asociación Kimono Club, que acudieron al agasajo ataviadas con la vestimenta tradicional japonesa, y unos pocos jóvenes con pintas de ilustradores de manga, de “yo pasaba por aquí”.

Después del besamanos, la celebración se inauguró con el parlamento del cónsul Watanabe en un espléndido castellano, tal vez porque su esposa, Asela, es vallisoletana —ambos se conocieron en Madrid hace 30 años—, o porque el diplomático tuvo el valor de traducir al japonés el libro 'Azul', del poeta nicaragüense Rubén Darío, con todos sus retruécanos modernistas.

En cualquier caso, fue un discurso ágil y breve —nada que ver con los 2.000 folios que lleva escritos Murakami de su nueva novela— en el que el cónsul destacó aspectos de las relaciones bilaterales, entre ellos de que la empresa Rakuten, la tienda online más importante de Japón, patrocinará  la camiseta del Barça.camiseta del Barça Rakuten, dabuten; siempre quedará mucho más elegante que lo de Qatar Airways.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"El discurso de Watanabe\u00a0","text":"destac\u00f3 aspectos bilaterales, como la relaci\u00f3n del Bar\u00e7a con\u00a0Rakuten"}}

Un sol amable caldeaba el jardín de la residencia consular, cuyo anterior inquilino fue el exentrenador del Barça Frank Rijkaard, cuando empezó a servirse el ágape, y ay… Si en otros festejos con canapés de oficio (la croqueta mustia, el buñuelo, el tomate cherry ensartado en un palo) los invitados muestran bastante entusiasmo, no digamos cómo se multiplica el interés popular cuando en las bandejas vienen llegando delicatessen japonesas. Se esfumaba el sushi y se desvanecían las brochetas de teriyaki como por arte de magia, y no porque escasearan, ni mucho menos, sino por la necesidad de cazarlos al vuelo entre la piña de comensales bajo la carpa.  Era la hora y había gazuza, qué se le va a hacer.

Con la comida japonesa, con el pescado crudo y los sabores audaces, no cabe término medio: o entusiasman o echan para atrás, y parece que en casa de los Watanabe se congregó el club de fans. Al jefe de la brigada de camareros —se ganaron una medalla olímpica sin haber almorzado— se le escuchó arengar: “Paqui, levántame el brazo, que, si no, no llegas al fondo”. Es improbable que sobrara un triste 'maki', pero ganas no faltaron de haber infiltrado un 'tupper' en el bolsillo de la gabardina.