La mayoría del comercio aceptaría abrir más domingos que los que plantea Colau

El sector opina que la pugna horaria de Barcelona confunde al comprador y a los operadores turísticos

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Tres años después del gran debate (o duelo) sobre cómo implementar en Barcelona las aperturas comerciales en domingo obligadas por el Gobierno central para todos los municipios turísticos (y que se suman a las 10 que dictan Generalitat y ayuntamiento en periodos navideños y de rebajas), resulta que la propuesta de recorte de Ada Colau ha enredado más el embrollo local. Y es que hasta los partidarios del 'no' a la apertura se habrían conformado con repetir el modelo del año pasado de 10 domingos de julio a septiembre, volcado en el turismo. El tijeretazo sugerido por al ayuntamiento para limitarlos a cuatro en mayo y octubre no es una exigencia de ninguna de las patronales.

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Se constata tras sondear a las grandes patronales del comercio. Por eso, el debate se complica ahora con nuevos matices. Con la crítica abierta de CiU, PP, Ciutadans, ERC y PSC al recorte, y ninguna reivindicación expresa de los afectados, todos creen que el equipo de Colau se ha complicado la vida tratando de llevar adelante un ajuste que precisa de pacto político antes de llegar al pleno. Y el calendario aprieta si hay que levantar persianas los domingos de mayo. Solo el sindicato CCOO defendió abiertamente un ajuste en la jornada sectorial del martes, mientras que la FAVB estudiará la propuesta en su próxima junta.

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ESTIRAR LA JORNADA

Miguel Ángel Fraile, secretario general de la Confederació de Comerç de Catalunya (CCC) insiste en que reeditar este pulso perjudica a la imagen de un sector dividido. Y no entiende una propuesta que tiene pocas posibilidades de salir adelante. Como defensor del pequeño comercio, aceptaría los cuatro domingos, pero también estaba de acuerdo con los 10 de verano de los dos últimos años, porque se centraban en el turismo. "Era un modelo que ya nos iba bien, aunque sí habría que ajustarlo hasta las 20.00 horas para que sea rentable", argumenta. E insiste en que mientras la cuestión normativa esté en los tribunales, cualquier pequeño comercio de menos de 300 metros cuadrados puede abrir avalado por la ley estatal cuando le plazca. 

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Su voz coincide con la de Alejandro Goñi, presidente de PIMEC, que no quiere crecer en calendario pero aceptaba la decena de domingos como término medio y pide aplicar el sentido común porque "cerrar a las seis, cuando se anima la venta, es totalmente ridículo. Y sobre todo con el 'top manta' delante hasta las 23.00".

También en el Consell de Gremis de Comerç, Serveis i Turisme de Barcelona estaban conformes con el plan anterior. No rechazan el recorte porque defienden "aperturas mínimas para conciliar la vida familiar", pero asumen que el turismo tiene su peso y las zonas céntricas necesitan un tratamiento especial. Su presidente, Miquel Donnay, tiene claro también que el horario debe alargarse hasta las 20.00 horas para favorecer incluso la contratación de personal. "Cerrar a las seis no es negocio", apunta.

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Incluso desde el sector más conservador, la Fundació Barcelona Comerç, que aúna a los ejes de barrio, Vicenç Gasca reitera que tolerarían hasta 10 festivos estivales extraordinarios, como antes. Reajustar les va bien, pero tienen las miras abiertas hasta ese tope anterior. En cambio, sí son intransigentes en alargar la jornada. Creen que al viajero le basta ese horario en fin de semana, y que abrir más horas podría atraer a compradores locales y perjudicar a la venta de barrio entre semana.

En el otro extremo, los aperturistas, centrados en Barcelona Oberta reivindicaron ampliar las cuotas de los últimos años, convencidos de que la temporada alta es mucho más dilatada y las ventas de inicio de campaña (primavera y otoño) son más potentes. La propuesta de su presidente, Gabriel Jené, ideal sería trabajar todos los domingos de abril a octubre completos, de forma voluntaria y en los ejes turísticos, explican. Como mínimo, agregan, de principios de junio al 16 de octubre. Esa regularidad, coinciden, permitiría al cliente y al viajero tener clara la oferta y no andar despistada, como ha sucedido en los últimos años. Una situación más confusa se producirá ahora si se pactan cuatro domingos tan dispersos. 

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