Los puntos clave de la reunión entre presidente y alcaldesa

Colau y Puigdemont hablarán de infraestructuras de transporte y de lo que la Generalitat adeuda a Barcelona

El tranvía por la Diagonal.

El tranvía por la Diagonal. / FERRAN NADEU

CARLOS MÁRQUEZ / TONI SUST / BARCELONA

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El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se reúnen por primera vez. Lo harán en la sede de la Administración autonómica, con varios temas concretos encima de la mesa.

LA LLEGADA DEL METRO A LA ZONA FRANCA

El metro será el asunto más delicado del encuentro entre ambos mandatarios. No lo era hasta este miércoles, cuando el flamante ‘conseller’ de Territori i Sostenibilitat, Josep Rull, anunció en el Parlament que el 15 de febrero se reiniciarán las obras del ramal sur de la L-10 que debe abastecer de suburbano a los 32.000 vecinos de los barrios de la Marina y la Zona Franca.

Sobre la mesa, los más de 170 millones de euros necesarios para terminar este proyecto. Ya en octubre, la alcaldesa se avino a participar en la financiación, pero hasta la fecha todavía no ha trascendido acuerdo alguno sobre el pago de la obra. De ahí la estupefacción y sorpresa que generaron en el ayuntamiento las palabras de Rull, que llegó a asegurar que en el 2017 "se abrirán el máximo número de estaciones posible".

Es de suponer que Colau y Puigdemont también abordarán el tramo central de la línea 9, cuyas obras están detenidas desde el origen de la crisis por la falta de liquidez del Govern. Ahí la piqueta necesita más de mil millones para cortar la cinta, casi la mitad del presupuesto anual del consistorio. Quizás compartan voluntad y predisposición. Poco más se puede hacer por ahora.

EL GAFE DEL TRANVÍA DE LA DIAGONAL

El 30 de julio del 2015, Colau visitó al ‘president’ Artur Mas en Palau. Salió de ahí con un inesperado regalo bajo el brazo: el apoyo del Govern al tranvía por la Diagonal, una de sus promesas electorales más controvertidas. Aquello enfureció a Xavier Trias, partidario de un bus eléctrico que surque la avenida de Glòries a Francesc Macià.

La alcaldesa deberá actualizar ese espaldarazo con Puigdemont, del que se no se conoce declaración alguna sobre esta discutida infraestructura. Colau, a pesar de no disponer aún de los estudios previos, anunció el 20 de enero que las obras para unir las dos líneas del Tram empezarán en el 2017. La oposición se le echó encima, hasta el punto de que en el pleno del pasado viernes, tuvo que puntualizar sus palabras asegurando que solo expresaba un deseo, no una certeza.

A pesar de contar con el plácet del ‘president’, la alcaldesa deberá seducir después a buena parte de la oposición, puesto que el proyecto requiere mayoría del pleno que, a día de hoy, solo le pueden brindar PSC, ERC, la CUP o Ciutadans, un cóctel de complicada digestión que irá deshojándose con el paso de los meses. Y de las polémicas. 

LA DEUDA Y LA DEUDA CIUDADANA

De antiguo viene la guerra de cifras sobre lo que la Generalitat adeuda al Ayuntamiento de Barcelona. Se ha llegado a afirmar que el montante ascendía a 300 millones de euros. De entrada, hay dos conceptos de deuda autonómica.

En primer lugar, la deuda estricta, vinculada a aspectos concretos. En la reunión de Colau con el entonces ‘president’, Artur Mas, en julio pasado, el nacionalista elevó la deuda reconocida por la Generalitat a 55 millones de euros, 20 más que la cifra anterior.

En junio, el nuevo equipo del consistorio fijó la deuda en 105 millones. En septiembre, el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, la elevó a 140 millones, consecuencia lógica de que Mas reconociera más deuda.

El segundo concepto es la deuda de ciudad. Lo que la Generalitat ha dejado de invertir en estos años en los consorcios de vivienda, servicios sociales, educación y sanidad. Es una cantidad difícil de determinar y con más carga simbólica que real, porque a estas alturas no se va a reclamar esa cantidad, sino la recuperación del ritmo inversior previo a la caída. Colau está bastante satisfecha con la actitud de la Generalitat en este apartado.

EL 'PROCÉS'

El invitado mudo de la reunión será el proceso soberanista, que aunque menos a estas alturas, sirve de fondo político permanente, y condiciona a las dos partes de la reunión. Por un lado, Colau, amén que alcaldesa, es una clara aspirante a disputar la hegemonía política catalana en el futuro. No en vano ha anunciado un nuevo partido que aglutine a la izquierda. Su ejemplo es su propio triunfo en las municipaes y el de En Comú Podem en las generales.

De hecho, planeó la posibilidad de que acabara siendo candidata autonómica si al final había elecciones en marzo. Pero por otro no tiene mucho que ganar en el debate. Puigdemont, a su vez, no tiene intención de agitar el asunto mientras se dirime cómo se define el próximo Gobierno central.

Más que de secesión o referendo, Puigdemont y Colau hablarán de qué intereses pueden defender conjuntamente en su relación con el Ejecutivo central. Y ese frente es el de las inversiones. Por ejemplo, en la Sagrera.