UN EQUILIBRIO COMPLEJO

Colau, el 1-O y el arte político de surfear

La alcaldesa ha logrado sobrevivir al referéndum sin ser vista como una partidaria acérrima ni una detractora clara

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, votando en La Sedeta.

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, votando en La Sedeta. / periodico

Toni Sust / Barcelona

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El Ayuntamiento de Barcelona ha vivido en los últimos tiempos con un ojo puesto en el pulso soberanista, como lo ha hecho su alcaldesa, Ada Colau, que lleva años ya surfeando entre el rechazo y el respaldo al proceso soberanista. Según propia confesión, votó Sí-Sí en la consulta del 9 de noviembre del 2014, a pesar de que se define como no independentista. Se mantuvo en el discurso de que un referéndum sobre la independencia debe ser acordado con el Estado y, como alcaldesa, evitó la adhesión de Barcelona a la Asociación de Municipios Independentistas (AMI). Dejó para un más tarde que nunca llegó una hipotética consulta para que los barceloneses se pronunciaran sobre esa posible adhesión.

Cuando se acercó el referéndum que el Gobierno catalán convocó para el 1 de octubre, la presión creció para que se posicionara. Colau logró lo que parecía imposible: mantener su peculiar equilibrio en el debate soberanista. En su pacto secreto con Carles Puigdemont, la alcaldesa le dijo al mundo que no iba a poner ninguna traba a la celebración del 1-O. Como anunció, no puso en peligro a los funcionarios municipales porque el pacto no incluyó la cesión de locales del consistorio para la votación. El Gobierno central no se cebó con ella, ya que formalmente no facilitó el referéndum. Tampoco el catalán le lanzó crítica alguna: formalmente, no se opuso al referéndum, en el que votó, no sin antes advertir de que su voto sería nulo o en blanco.

Llamamiento a la mediación

Pasada la consulta, cargó contra la violencia policial que marcó la jornada. En cuanto se desató el enfrentamiento entre administraciones, llamó a Mariano Rajoy a no aplicar el artículo 155 y a Carles Puigdemont a renunciar a la declaración unilateral de independencia. Instó a optar por la mediación entre ambos gobiernos. Colau subrayó que el resultado de la consulta no podía avalar una DUI, lo que casa con que antes de que se celebrara ya afirmara que la consulta no podía ser vinculante.

Todo ello le ha valido que los grupos del consistorio que rechazan el independentismo la calificaran de cómplice de los secesionistas. En el otro extremo, los concejales que defienden la ruptura de Catalunya con España la han tildado de todo lo contrario.