INQUIETUD ANTE la nueva oleada de ajustes de la generalitat

Clamor contra el posible cierre del metro los sábados por la noche

Jóvenes usuarios  del metro nocturno en un vagón de la línea 4, el domingo.

Jóvenes usuarios del metro nocturno en un vagón de la línea 4, el domingo.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Vistos sobre una plantilla deexcel,los ajustes en el presupuesto público no son más que números sin alma que responden a criterios de supervivencia. Esas frías casillas, sin embargo, esconden un sinfín de pequeños esfuerzos que afectan a la sociedad en mayor o menor grado. El pasado 24 de noviembre, elpresidentArtur Mas anunció que ese documento de recortes incluirá en el 2012 un apartado dedicado al transporte público. Y ahí, en un espacio todavía en blanco, aguarda la cifra que el Govern podría ahorrarse si se aprueba el cierre del metro los sábados por la noche. La medida, más que afligir, indigna a un ciudadano que habla de «paso atrás», de «peligro para la seguridad vial» y de «ahorro innecesario».

El coste de prolongar el suburbano entre las dos y las cinco de la madrugada asciende a 2,5 millones de euros anuales, y, según cálculos de Tranportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), la medida atrae cada noche de sábado a unas 33.000 personas (sin contar a quienes se cuelan). Sucede algo muy distinto en los Ferrocarrils de la Generalitat (FGC), donde el importe por mantener las líneas urbanas en funcionamiento -300.000 euros anuales- no se ve reflejado en un aumento sustancial de viajeros -poco más de 1.300 por madrugada-. Así las cosas, mientras en los recorridos de TMB la concurrencia es aceptable, los trenes de FGC tienen una raquítica ocupación media del 3,5%, y mientras que el usuario de TMB sufraga el 21% del billete (dato del 2007), en el otro solo aporta el 10,22%. Nadie duda de que son deficitarios. ¿Pero prescindibles?

Con las cifras en la mano y la experiencia pasada en la cabeza, Ricard Riol, presidente de la asociación Promoción del Transporte Público (PTP), insta a mirar más allá de una decisión que da por hecha aunque para nada la comparta. «Lo que habrá que hacer es reforzar el bus nocturno. Los tiempos de viaje son demasiado largos y faltan servicios exprés hacia las ciudades del área metropolitana. Lo que no pueden hacer es cerrar y desentenderse del problema de la movilidad nocturna de la capital catalana», resume. Riol teme que el recorte se haga «desde la desesperación y no desde el análisis técnico», y considera que existen «medidas de eficiencia» que podrían ayudar a reducir costes.

Jordi Giró, vicepresidente de la Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB), califica el recorte del metro el fin de semana de «paso atrás inaceptable» y alerta del riesgo de que aumenten los accidentes si la gente se anima a coger el coche o la moto. «Más accidentes supone más gasto en sanidad; a la larga, saldrá igual de caro, así que mejor evitarse desgracias y mantener las cosas como están». Consciente de que toca arremangarse, Giró se pregunta si el montante se reduciría si solo abren las líneas más usadas, algo que ya se descartó hace cuatro años por problemas de logística.

Desde la oposición política no entran a matar porque conocen el esfuerzo que hace la administración por mantener un servicio de metro que los usuarios solo sufragan en un 40% a través de sus billetes. Assumpta Escarp, concejala socialista y expresidenta de TMB en los tiempos de Jordi Hereu en la alcaldía, admite el «importante déficit» que genera el transporte público, pero aconseja «no romper el nivel de excelencia conseguido en estos años». ¿Soluciones? «Pequeños ajustes en oferta y demanda y, por qué no, empezar a cobrar al Barça o al Sant Jordi aquellos servicios especiales que obliguen a prolongar horarios».

Por parte de CCOO, Vicenç Tarrats, secretario de acción territorial del Barcelonès, no se explica «un retroceso tan importante en materia de movilidad». «Es inaceptable. Prefiero no pensar en cómo se moverán todos los jóvenes que beben más de la cuenta», añade.