ACTIVIDAD UNIVERSITARIA

Ciencia ciudadana

La Universitat de Barcelona celebra una fiesta para acercar la investigación científica a la gente y despertar vocaciones en los jóvenes

Experimentando 8 Unos jóvenes visitantes atienden a un ensayo en la fiesta de la UB, ayer.

Experimentando 8 Unos jóvenes visitantes atienden a un ensayo en la fiesta de la UB, ayer.

ACN
BARCELONA

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La Universitat de Barcelona celebró ayer en el edificio histórico de la plaza de la Universitat, una iniciativa que pretende acercar la investigación científica a los ciudadanos e incrementar las vocaciones científicas en los jóvenes y los niños. La jornada discurrió entre yincana, talleres y actividades prácticas en las que se explicaban las búsquedas de diferentes áreas de conocimiento.

En 19 stands de divulgación, una cuarentena de investigadores fomentaban a partir de diversas actividades el conocimiento y el interés social por la ciencia. Obtener el ADN propio o experimentar con la realidad virtual a través del correspondiente equipo técnico eran algunas de las experiencias que se ofrecían.

Había actividades relacionadas con la neurología, la psicología, la química, la astronomía, la ecología, la nanotecnología, la genética, las matemáticas, la filología, la biología vegetal, la astronomía y la meteorología. Quien lo deseaba podía observar el sol a través de un telescopio para analizar fenómenos como las manchas solares. Otros podían dirigir un drone. También era posible hacerse una fotografía termal o utilizar un programa informático capaz de generar las mismas reacciones físicas, psicológicas, emocionales y conductuales que se experimentan ante estímulos reales.

«Es la primera vez que se hace una fiesta transversal», apuntó la vicedecana de Investigación e Innovación de la Facultad de Psicología, Inma Clemente. La organizadora, Marga Becerra, agregó que todos los participantes lo hacían movidos por el objetivo de devolver a los ciudadanos su inversión y enseñar lo que se hace dentro de la universidad. «Queremos mostrar a la gente que la química puede ser útil, cercana y no necesariamente mala», apostilló el catedrático Jaume Granell.