El patrimonio científico de la capital catalana

BCN destierra de la Ciutadella la colección del Museu de Ciències

Instalaciones del Museu de Ciències Naturals, en julio del 2006.

Instalaciones del Museu de Ciències Naturals, en julio del 2006.

MICHELE CATANZARO
BARCELONA

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El Ayuntamiento de Barcelona ha comunicado al Museu de Ciències Naturals que antes del verano deberá empezar a desalojar los dos millones de muestras animales almacenados en el castillo de los Tres Dragons, la antigua sede del museo en el parque de la Ciutadella. Los ejemplares (desde insectos hasta tigres, pasando por los huesos de Copito de Nieve) serán destinados a un espacio provisional, aún desconocido. La decisión representa un cambio respecto a los planes de convertir el castillo en un laboratorio de ciencias naturales con espacios abiertos al público. Según las disposiciones del consorcio del museo, la colección debía quedarse en la Ciutadella hasta que se creara el futuro Museu Nacional de Ciències Naturals de Catalunya, y la Generalitat proporcionara un edificio adecuado para los fondos.

Esta es la situación descrita por una carta enviada el 26 de noviembre por la Associació d'Amics del Museu de Ciències Naturals de Barcelona (AAMCNB) al concejal de cultura, Jaume Ciurana, a la cual ha tenido acceso EL PERIÓDICO. El documento expresa la «inquietud» de los socios ante esta decisión, por «los perjuicios» que podría ocasionar a la colección.

INDEFINICIÓN / «Recientemente, se ha comunicado al personal del museo que es necesario trasladar las colecciones y los servicios científicos instalados en el castillo de los Tres Dragons, pero sin definición de cuándo, dónde, cómo o por qué», afirma la carta, que de momento no ha recibido respuesta. El ayuntamiento comunicó a la dirección del museo que las salas nobles del castillo (los antiguos espacios de exposición) debían quedar libres antes del verano, y las piezas debían ser trasladadas a un emplazamiento provisional, según informan fuentes de la Conselleria de Cultura.

La asociación expresa preocupación por los daños que podría ocasionar un traslado precipitado a un espacio sin condiciones adecuadas. Además, pide tener en cuenta la opinión de los técnicos del museo, que se plasmó en un plan estratégico que recoge entre sus puntos principales el uso provisional del castillo como laboratorio abierto.

El castillo de los Tres Dragons almacena aproximadamente el 80% del patrimonio de las colecciones de ciencias naturales de Catalunya: 1,2 millones de unidades de registro, correspondientes a unos dos millones de ejemplares. Por ejemplo, una caja con decenas de insectos es una unidad de registro. «No es un almacén: los conservadores llevan a cabo proyectos de investigación como el censo de palomas, que permite controlar su población de manera no cruenta», explica Jordi Serrallonga, profesor de Prehistoria de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y vocal de la AAMCNB. Según la carta, estos proyectos han atraído 360.000 euros en subvenciones a la investigación en los últimos cinco años.

CAMBIO DE PLANES / El castillo era la sede del museo hasta el 2010, cuando la parte expuesta de las colecciones se trasladó al Museu Blau, en el edificio Fòrum. Este cambio fue un paso hacia la creación del Museu Nacional. Con este objetivo, el 23 de noviembre de 2010 el ayuntamiento y la Generalitat formaron un consorcio. En las disposiciones del decreto de constitución se preveía que, una vez creado el museo nacional, la Generalitat adscribiría al consorcio «un edificio para acoger las instalaciones y servicios que actualmente contiene el castillo de los Tres Dragons». Actualmente, la ley de creación del museo nacional no está en agenda, y la Generalitat aún no ha aportado ninguna contribución económica al consorcio.

Además, cuando se llevó a cabo el traslado al Museu Blau, los gestores del museo informaron que el castillo iba a usarse en la fase transitoria como un espacio de investigación abierto al público. Actualmente, este es el destino previsto para el castillo que consta en la web del museo.

«Nos ha sorprendido este repentino cambio de planes: ¿por qué ahora? ¿dónde irá la colección? ¿por qué no se ha consultado a los conservadores?», pregunta Jordi Serrallonga. «Si ocurriera con otra colección, pongamos la del Museu Picasso, ¿se aceptaría una actuación de este tipo? », concluye. H