Cita de aficionados a las motos americanas

BCN arropa de nuevo la romería de las Harley

El encuentro 'motard' reunió 11.500 vehículos, un 15% más que en el 2010

La iconografía norteamericana dominó la escena callejera.

La iconografía norteamericana dominó la escena callejera.

XABIER BARRENA
BARCELONA

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La capital catalana se consolida como la cabeza de puente de Harley-Davidson en Europa. Pero quedarse solo en el acierto estratégico de la empresa y de su departamento de márketing es olvidarse de las miles de personas que sienten devoción por esas motocicletas de ruido grave. Más de 11.500, un 15% más que el año pasado, protagonizaron un paseo de 13 kilómetros por el centro de Barcelona, con inicio y final en la recta del estadio de Montjuïc. Se puede hacer extraño ver a nativos catalanes con la bandera del bando sudista en la guerra civil norteamericana, pero la imagen de toda la Gran Via, entre las calles de Entença y Balmes, tomada por ese ejército rugiente se graba en la retina.

Siempre que se habla de estas motos norteamericanas aparecen, tarde o temprano, los nombres de Dennis Hopper y Peter Fonda. La verdad es que aquí, el perfil del motero de Harley dista mucho de ser el de un sinfrontera o undesperado. El arquetipo europeo es mucho más amable que el norteamericano. Alguien que juega con cierta imagen rebelde los fines de semana. También los hay que son apasionados de las motocicletas, como Jordi Bernaus, el motero que ayer, con su Harley-Davidson de 1926 (y con algún problemilla mecánico), abrió al desfile. Bernaus es un apasionado de las motos históricas. A su lado, circuló otro vehículo antiguo, uno de tres ruedas de 1936 y que perteneció a la policía de Los Ángeles.

Con una media de edad cercana a los 50 años, los participantes, en general, se repartieron los papeles según su género. Los hombres pilotaban, y sus compañeras saludaban yendo de paquete. En un puñado de casos, los papeles se invirtieron. Claro está. Por lo visto, la pasión y devoción por estas motocicletas es mucho más común -pero no exclusiva- entre machos que entre hembras.

HONDA Y GUARDIA URBANA / Aunque el acto estaba abierto a todas las marcas, según un tríptico, las únicas motos japonesas fueron las de la Guardia Urbana. Unas Honda estupendas. Por equilibrar la publicidad.

¿Y los barceloneses? Pues básicamente sorprendidos, a tenor de lo que reflejaban sus caras cuando se topaban con esta serpiente multicolor bicilíndrica. En algunos puntos, además, como el giro que tomó la comitiva en la plaza de Tetuan para tomar el paseo de Sant Joan desde la Gran Via, se apostaron ciudadanos con ganas de aplaudir, lo que dio al festejo un tono de maratón ciudadano que fue bastante curioso.

De hecho, en los giros, por ejemplo el de Entença con la Gran Via y el del paseo de Picasso

con la avenida del Marquès de L'Argentera, es donde se generaban algunos «ai, ai, ai», al menos, en el autobús de dos pisos que abría la comitiva y que, en principio, estaba destinado a la prensa.

GRAN EXPECTACIÓN / Eso en principio, porque luego la organización aprovechó las presuntas vacantes para colocar a abuelas, madres, amigos, consortes y prole. Dicho sea como muestra de la expectación que genera el Harley Days en Barcelona, fue enternecedor ver como un experto y también cincuentón fotoperiodista, con un teleobjetivo de dos palmos se turnaba con una niña de 12 años armada con su cámara compacta por un hueco.

De hecho, el único atisbo demontoneraque se produjo, es decir, de caída de una moto que, dado que circulaban tan juntas hubiera provocado un choque en cadena, fue por culpa del mismo autobús de dos pisos. Hay quien todavía no ha entendido que si se grita algo que no se entiende, un conductor tiende a ralentizar y hasta a parar la marcha. Aunque lo que se grite sea, como ocurrió, que acelerara. Frenaba el bus y las 11.500 cimarrones hacían lo propio. También los sinfrontera saben guardar el protocolo.