De la vida como naufragio

Carlos Pazos inaugura en la galería ADN su nueva muestra, 'Naufragios recientes'

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RAMÓN DE ESPAÑA / BARCELONA

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Carlos Pazos inaugura exposición en la galería ADN, de la calle Enric Granados, y me acerco a saludarle, pues hace tiempo que no le veo: desde que le ha dado por pasar la mayor parte del año en París –aunque en Barcelona seamos vecinos-, ya no es tan fácil quedar a charlar en el Belvedere o celebrar en su apartamento de la calle Provenza una de esas cenas en la cocina que él denomina 'candle dinners' no porque vayamos vestidos de gala, sino porque su mujer, Montse, coloca sobre la nevera un candelabro que ríete tú de los que el difunto Liberace plantificaba sobre su piano.

Lo veo con su inenarrable abrigo morado de Versace y me lo tomo como una buena señal. Cuando el artista está deprimido –cosa que sucede con una frecuencia y una intensidad notables desde que le conocí a finales de los años 70 del pasado siglo-, se inclina por los tonos oscuros, si es que es capaz de salir de casa o de la cama. Si se retiró a París es porque allí se deprime un poco menos que en su Barcelona natal, con la que nunca se ha acabado de llevar bien. Le encuentro simpático, encantador y de buen humor, aunque su visión del mundo no haya mejorado un ápice. Le da al vino y a la cerveza y no toma ninguna medicación, aunque no me queda claro si es porque su psiquiatra ha arrojado la toalla o porque para lo que le queda en el convento, se caga dentro. En cualquier caso, le abrazo, desfilan por mi mente las innumerables ocasiones en que nos hemos hecho tronchar de risa mutuamente y me olvido de esas fases suyas en las que lo arrojarías al Vesubio para que dejara de sufrir y hacer sufrir. De hecho, nuestra visión del mundo y nuestra tendencia a la melancolía es la misma, pero varía la graduación: en una escala del 'tedium vitae' que fuese del 1 al 10, yo me quedaría en un 6 y él alcanzaría el 11. Lo cual no le impide -¡Dios lo bendiga!- seguir trabajando y fabricando exposiciones como la que puede verse en ADN, 'Naufragios recientes'.

INMENSO 'COLLAGE'

Yo creo que para Carlos –y para cualquiera con cierta lucidez-, la vida es una serie de naufragios, a veces grandes, más a menudo pequeños. Una serie de piezas de los últimos años ilustran esta visión, pero el principal homenaje al naufragio vital lo encontramos en la 'piece de resistance' de la muestra, una película de dos horas y cuarto titulada '¡Artissimo!', construida a modo de inmenso colágeno (término que el artista aplica a sus 'collages'), a base de fragmentos mínimos de películas que reflejan tanto la imagen que el cine ha dado del arte y la literatura como la gloriosa inutilidad de esas disciplinas y, ya puestos, de la sociedad que las acoge de buen o (más frecuentemente) mal grado. Pazos siempre ha dicho que el buen arte debe ser socialmente inútil y que el arte político –salvo excepciones, como nuestro común y admirado amigo Francesc Torres- es una pérdida de tiempo, un paripé para pretenciosos y una supuesta bofetada al sistema que suele acabar en manos de los peores representantes de ese mismo sistema, los únicos que pueden pagarlo.

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De hecho, '¡Artísimmo!' es una visión inteligente, melancólica y asaz nihilista de una existencia que artistas y escritores se empeñan en dotar de relevancia para retrasar el momento de tirarse por la ventana. La selección y el montaje ha debido ser un trabajo de chinos: “Han sido unos tres años de ver películas y escoger fragmentos que me ayudarán a fabricar un cierto discurso. Todo empezó una época que estaba tan deprimido que lo único que podía hacer, cuando reunía el valor para salir de la cama, era sentarme delante de la tele y tragarme cuatro películas seguidas, hasta la hora de volver a la piltra. Cuatro películas al día durante meses. Fue así cómo me vino la idea de ese enorme 'collage' que es '¡Artíssimo!'”

LA POSTERIDAD

A mí la película me parece, incluso, una oblicua autobiografía del artista, cuya visión del mundo y del arte queda muy clara para cualquiera que supere el minuto treinta. ¿Estará pensando nuestro hombre en la posteridad?: “Empiezo a pensar en una especie de fundación que preserve todo lo que he hecho, adquirido y coleccionado. Lo pensé cuando murió Rafols Casamada y vi que sus cosas acababan tiradas en los Encantes. No hay derecho. Y me hizo pensar en mí. Rafols también era un gran acaparador de cosas, objetos, grabados, juguetes viejos…Piensa que tenía tres casas porque cada vez que llenaba una, se trasladaba a otra. Me entristece pensar que todo lo que he hecho en esta, digamos, vida, puede acabar en un vertedero”.

Le dejé en la galería recibiendo palmadas y dándole al tintorro, tras citarnos para el próximo 'candle dinner'. Rezo para que no se me deprima de aquí a entonces, pero no sería de extrañar. Vivir les cuesta a unos más que a otros.