Barcelona pone al día las señales para evitar que los visitantes se pierdan

Aragó 3 La misma señal que en Balmes pero que los que bajan por Muntaner no ven.

Aragó 3 La misma señal que en Balmes pero que los que bajan por Muntaner no ven.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Decía Joan Clos en 1999 que Barcelona era «cada vez más un destino turístico». Tres lustros después, la ciudad todavía suscribe esa afirmación. El entonces alcalde socialista realizaba esta declaración en el marco de una inversión de 200 millones de pesetas para mejorar la señalización y evitar que el forastero se perdiera. El ayuntamiento de Xavier Trias tiene hoy entre manos esa misma cruzada y, con más de la mitad de los postes colocados, es un buen momento para comprobar si los visitantes aún tienen motivos para el despiste.

El test exige algo tan sencillo como seguir las señales; sin apriorismos, en la piel de alguien que nunca ha pisado la capital catalana. La conducción está llena de automatismos. Esa es una de las cosas que primero llaman la atención, pues las señales están ahí, pero solo si uno se fija o las requiere se da cuenta de su presencia. En total, se pasará de 1.506 soportes a un máximo de 1.186. Parece contradictorio que un mejor sistema requiera reducir el volumen de postes, pero la voluntad es apostar por la calidad, no por la cantidad.

En el cruce de Via Augusta con la Bonanova aparecen dos bloques de señales. El primero dirige a los túneles de Vallvidrera o la Ronda de Dalt. En el segundo se señala el monasterio de Pedralbes. Otras tres señales, colocadas en sucesivas intersecciones, permiten llegar al convento sin problemas, algo que antes solo era posible preguntando. Aparece también marcado Sant Joan de Déu, hospital al que también se llega con facilidad. En la Diagonal, el Camp Nou se anuncia con antelación. Difícil perderse. Más adelante, antes de Numància, se anuncia la estación de Sants, tanto en el lateral como en la calzada central. De momento, impecable.

Al llegar a Francesc Macià se señala el Hospital Clínic. Las señales conducen hasta París, Muntaner y Provença. Y bingo. Centros médicos, monumentos, plazas o calles referentes y vías de acceso y salida de Barcelona acaparan la mayoría de las señales, con un máximo de seis mensajes por poste, el tope que se puede retener en un vistazo rápido. Balmes, cuando llega a Aragó, no solo indica la terminal de trenes, también el aeropuerto y la plaza de Espanya.

Carencias

Aquí se produce una circunstancia que demuestra que no siempre hay buena comunicación entre departamentos. Las obras de la calle invitan al conductor a bajar por Muntaner, pero ahí no hay señalización alguna pese a que el tráfico es y será parecido al de Balmes cuando termine la mejora. Sí las hay en Aragó entre Muntaner y Casanova, un enorme palo con información que no resulta visible para el que baja.

La experiencia de Barcelona, explica Adrià Gomila, director de Movilidad del consistorio, ha inspirado el Manual de señalización urbana de orientación elaborado por la Generalitat para unificar criterios. No es una norma, pero sí es deseable que todos los municipios lo adapten para no alimentar el despiste de los recién llegados. Las principales causas de discontinuidad en la señalización hay que buscarlas en las obras: cambios de sentido, calles cortadas por nuevas zonas verdes, giros prohibidos antes permitidos… La reforma de Lesseps, señala Gomila, es un buen ejemplo de marcas urbanas desfasadas. Otro lo son las autopistas, cuyo cambio de nombre a menudo no recogen los postes del casco urbano.

Tras una inversión de 1,2 millones, Barcelona pondrá al día su cambiante señalización. Actualizarlas es un síntoma de que la ciudad es un foco turístico, como avanzaba Clos, pero el fondo del plan es que nadie pierda el tiempo al volante.