EXPOSICIÓN ARQUEOLÓGICA

Barcelona hace 7.500 años

El Raval, la Sagrera y el Gòtic fueron paisajes idílicos para los primeros pobladores neolíticos

cabaña prehistórica Barcelona

cabaña prehistórica Barcelona / ILUSTRACIÓN: ALBERT ÁLVAREZ / MUHBA

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Hace 7.500 añosBarcelona era un enclave idílico para los pueblos neolíticos que se asentaron en tierras fértiles cercanas al mar, como las de la falda de la montaña de Montjuïc, donde hoy se alza el Raval. Montjuïc era entonces un bosque submediterráneo lleno de cabras y perros salvajes, jabalís, liebres, corzos y ciervos, que se divisaban entre madroños, árboles frutales, tamariscos, encinas, pinos, robles y lentiscos. Sus habitantes cazaban y pescaban, pero ya tenían acceso a las grandes novedades tecnológicas de la prehistoria, sobre todo en lo relativo a saber cómo producir su propia comida. Y por eso se establecieron en llanuras próximas a ríos, torrentes, humedales o pequeños lagos de agua dulce, para regar sus plantaciones de cereales y de legumbres y también dar de beber a los rebaños.

"Esa fue la gran revolución, porque con el cultivo y la ganadería aumentó el suministro de alimentos", señala Joan Roca, director del Museu d'Història de la Ciutat de Barcelona (Muhba), donde hasta el 13 de noviembre se expone 'Primers pagesos BCN', una síntesis de la vida sedentaria de los primeros pobladores de Barcelona, que crearon herramientas y utensilios con piedra pulida y cerámica, que se han encontrado en estos últimos años en 48 yacimientos arqueológicos de la ciudad. La labranza se hacía de manera intensiva y en pequelos campos situados cerca de los poblados, ganados a la naturaleza con la deforestación y la quema de la vegetación.

MÁS DE 330 INDIVIDUOS

"El descubrimiento de sepulturas asociadas a estos poblados ha permitido localizar restos humanos de más de 330 individuos neolíticos de todas las edades. Las obras de los Juegos Olímpicos propiciaron los primeros grandes hallazgos", indica Anna Gómez, doctora en Prehistoria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), que es comisaria de la exposición junto a Miquel Molist, catedrático de la misma facultad. El testimonio más antiguo de un campesino neolítico en Barcelona se localizó en la plaza de Vila de Madrid. Eran los restos de una mujer adulta de hace 7.500 años.

Lo que más sorprende es la certeza de que estos poblados tenían contactos con otros grupos procedentes de distintos lugares de Europa. Ello fomentaba el intercambio de materiales, sobre todo de origen mineral, como la jadeíta y algún tipo de sílex con el que construían hachas. Además de restos inorgánicos, utilizaban huesos de animales y conchas para fabricar objetos, como agujas o brazaletes.

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Las zonas más estudiadas por los arqueólogos son las de la Caserna de Sant Pau del Camp, la de Santa Caterina, la de Riereta, 37, y la de la calle de la Reina Amàlia. Pero los últimos descubrimientos han aportado datos vitales para profundizar en el conocimiento de la Barcelona neolítica, sobre todo el de la Sagrera, cuando a raíz de las obras de la macroestación del AVE se desenterró en el 2010 un yacimiento sin precedentes por su dimensión y su estado, y el de la plaza de la Gardunya, donde en el 2011 se encontró en el subsuelo, durante la ampliación de un aparcamiento, otro entierro prehistórico, perteneciente a una mujer adulta que fue inhumada hace 6.000 años, según los rituales propios del Neolítico, y en posición fetal.

"Hubo tres áreas especialmente favorables para la ocupación continuada durante el Neolítico: el territorio actual del Raval, el monte Táber en el barrio Gòtic y la Sagrera, más cercana al río Besòs", aseguran los comisarios de la muestra. Roca agrega que es la primera vez que el Muhba ofrece una visión de conjunto, un relato general de la Barcelona neolítica, que marcó el inicio de la transformación del paisaje "a causa de la intervención humana", cuando las parcelas llenas de árboles y matorrales se convirtieron en campos para sembrar cereales y, también, pasto para las cabras y ovejas.

En un solar de Reina Amàlia se encontraron restos de una cabaña con una superficie cubierta de 50 metros cuadrados y de planta ovalada, datada en torno a 4.700 años a. C. En su conjunto es una de las áreas de hábitat más antiguas y mejor documentadas de la península Ibérica. En los yacimientos barceloneses se han hayado la mayoría de objetos, como las vasijas con decoración impresa para almacenar semillas, y de huesos que se exhiben, como el cráneo de una mujer neolítica de hace 6.500 años descubierto en Sant Pau del Camp, del que se ha reproducido su fisonomía. "Los primeros campesinos de Barcelona tenían un físico grácil, medían alrederor de 1,60 metros y la constitución de sus cuerpos presentaba pocas diferencias entre hombres y mujeres", se especifica en un panel informativo de la muestra.

CARIES, ANEMIAS Y ARTRITIS

La mortalidad infantil era muy alta y pocos individuos superaban los 40 años. En los restos hallados se identifican diversas patologías, entre ellas la caries. "Curiosamente está más presente en los individuos del yacimiento de Reina Amàlia que en los de Sant Pau del Camp, por que estos últimos consumían más alimentos marítimos, como anguilas y almejas, y menos hidratos", apunta Roca. Otras enfermedades detectadas en los análisis bioquímicos son artritis, anemias, periodontitis y tumores. Honoraban a sus difuntos a través de prácticas funerarias que revelan un mundo social y simbólico ya complejo. "No en todas las tumbas hay objetos del mismo interés. Algunos se enterraban con más ornamentos que otros, lo que evidencia que había diferencias sociales", considera Roca.

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En una estantería, sorprende otro cráneo de un hombre joven también procedente de Sant Pau del Camp. Presenta tres trepanaciones, agujeros en la caja ósea que se asocian a prácticas mágicorreligiosas o quirúrgicas para sanar heridas o traumatismos. En los yacimientos de Barcelona se han encontrado otros dos individuos con trepanaciones. "Si el agujero está cicatrizado significa que sobrevivieron a la intervención", explica Roca. Entre los huesos de origen animal encontrados hay pequeñas tibias de corderos. "Se los comían lechales. En cambio, preferían las cabras maduras", cuenta, a modo de anécdota, el director de Muhba.

"Esta exposición recupera la memoria preBarcino desde una retrospectiva colorida, dinámica, innovadora y fresca que propone un juego entre la ciencia y la historia", relata Molist. Mònica Blasco, directora de programas del Muhba, destaca que Barcelona cuenta con yacimientos neolíticos de primera división europea. "Este año, nuestro centro acogerá unas jornadas internacionales dedicadas al neolítico marítimo del occidente del Mediterráneo", informa Blasco.