Las carencias de la movilidad sostenible

Barcelona aleja a los ciclistas de los barrios de montaña

El ayuntamiento descarta el carril bici de Via Augusta proyectado en el 2007

Una bici desciende por Balmes usando el carril bus-taxi la semana pasada.

Una bici desciende por Balmes usando el carril bus-taxi la semana pasada.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Sarrià-Sant Gervasi es uno de los mayores distritos escolares de toda Europa. Requeriría, eso dicta la lógica, una red de transporte público decente, que conecte con toda la ciudad, que sea ágil y constante. Que no falle. A falta del autocar colegial amarillo que nunca se importó y quizás no vendría mal, la zona alta debe contentarse con los Ferrocarrils y las líneas de bus regulares. El tráfico de Barcelona se pensó de Besòs a Llobregat, no tanto de mar a montaña. Así se entiende -el poder adquisitivo es otro importante motivo-, por qué los barrios de la falda de Collserola son los que tienen más coches y motos por habitante. Es en este contexto donde la bici urbana podría ser una respuesta eficaz, una buena alternativa para llevar al niño al cole o ir al trabajo. Podría serlo, sin duda, pero por encima de la Diagonal casi no hay carriles bici, y uno que estaba en cartera, el de Via Augusta, se ha descartado para evitar que comparta espacio con los peatones.

El Eixample está lleno de ciclistas. Consell de Cent, Diputació, Urgell, Sant Joan..., el trajín es constante y es ahí donde se masca la apuesta creciente por el medio. Ahora intenten llegar pedaleando a la avenida del Tibidabo, la plaza de Alfonso Comín o el paseo de la Bonanova. No hay ruta. Tendrán que subir por Balmes, Gran de Gràcia, Aribau; en definitiva, deberán usar arterias básicas y mezclarse con los coches. Y lo harán con pleno derecho, pero con el evidente riesgo que conlleva colocarse a los pies de los caballos de un hercúleo vehículo motorizado.

INGENUIDAD EN LA ZONA 30 / El ayuntamiento incluye dentro de la malla amiga de los ciclistas las zonas 30, categoría en la que están integrados gran parte de los cascos antiguos de Sarrià y Gràcia y que permiten pedalear sin el estrés propio de la red viaria básica. Esa es al menos la ingenua teoría; la realidad es otra muy distinta: son pocos los conductores que respetan la señal horizontal roja y es habitual que la velocidad supere esos optimistas 30 km/h.

Ambos distritos suman poco más de dos kilómetros de carril bici, el 1% del total de la capital catalana, a pesar de contar con 45 de las 400 estaciones del Bicing. Ante la nula conexión de los barrios de montaña con el resto de Barcelona -asignatura pendiente desde que en el 2007 empezó el auge de la bicicleta urbana-, se planificó el pasillo ciclista de Via Augusta (ver pieza de la izquierda), pero ya fuera por costoso o por complicado, al final cayó en saco roto y se limitó al tramo que va de General Mitre a Vergòs (400 metros frente a los 4,7 kilómetros del primer proyecto) para luego poder conectar con la zona peatonal de Major de Sarrià y seguir ascendiendo rumbo a Vallvidrera sin peligro.

El actual equipo de gobierno municipal ha decidido anular este último boceto a pesar de que este mismo año se habían realizado trabajos para hacer sitio en la acera. Incluso los semáforos tienen ya la bici dibujada junto al peatón. Para sustituir este trazado, se pintó un carril en Doctor Fleming, a la altura de la avenida de Sarrià con la Diagonal, que luego continúa por Àngel Guimerà -donde se eliminaron plazas de aparcamiento- hasta Via Augusta. De ahí, según señala un portavoz del distrito, lo ideal ahora es «avanzar por la zona 30 de Tres Torres hasta el casco viejo de Sarrià», pero sin pasillo segregado. Basta con una mañana de paseo para comprobar que nadie usa ese recorrido, sobre todo el corredor de Àngel Guimerà. La mayoría de ciclistas buscan Mitre, van contra dirección, cogen aceras..., hay que llegar a la Diagonal como sea.

OPORTUNIDADES PERDIDAS / Descartado el carril bici de Via Augusta, ya quedan pocas opciones para pintar un vial ciclista decente que una mar y montaña, o que vaya de Pedralbes a Horta. Se reformó la Ronda del Mig y no se hizo nada con la excusa de la gran densidad de vehículos. Falta reformar Balmes, ahí habría una interesante oportunidad. Quizás en el lateral de la Ronda de Dalt. O en el paseo de la Bonanova. Sin novedad ni proyecto a la vista, Barcelona mantendrá al ciclista alejado de la zona alta. La bici florecerá en el Eixample. Y se enquistará a los pies del Tibidabo.