El norte más lejano lucha por superar el aislamiento

Con Ciutat Meridiana continúa la serie de 15 entregas semanales sobre barrios de BCN y su entorno en las que el diario, vecinos y cargos municipales analizan el mandato que acaba. En esta primera parte de las tres que aparecerán sobre Ciutat Meridiana, se hace una radiografía sociourbanística. Mañana se publicarán opiniones y quejas de entidades y residentes. El jueves, la concejala de Nou Barris les responderá en una entrevista.

Entrada principal, y casi única durante años, a Ciutat Meridiana desde la C-17, el viernes.

Entrada principal, y casi única durante años, a Ciutat Meridiana desde la C-17, el viernes.

RAMON COMORERA
BARCELONA

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Es el único barrio que da la bienvenida a los cuatro vientos con unas letras enormes. Ciutat Meridiana quiere que la quieran. Literalmente arrinconados entre montañas, autopistas saturadas y líneas de tren, los 11.121 vecinos del centenar de bloques de hasta 17 plantas que hacen equilibrios en desniveles increíbles (solo el delirio franquista y especulativo podría edificar ahí), luchan por superar un aislamiento congénito. En el norte más lejano de Barcelona, allá donde el clásico del periodismo social Paco Candel diría que la ciudad también cambia de nombre para llamarse simplemente montaña, la realidad está bien a la vista: pendientes por doquier, edificios enormes y ya antiguos, muchos de obra de mala calidad y sin ascensor, estructura social compleja con un 40,2% de población inmigrante y descompensación comercial y de servicios entre la Ciutat Meridiana de Baix y la de Dalt. La acción pública en los últimos cuatro y ocho años ha sido notable. Pero el camino es largo y encima socialmente mutante.

Nació como un gueto urbanístico, una ciudad satélite decían en los 60 los jerarcas del régimen y sus constructores, entre los que destacó el recientemente fallecido y homenajeado Juan Antonio Samaranch. En esos terrenos se iba a ubicar el nuevo cementerio de Collserola, pero el plan se desestimó porque había demasiada humedad. Lo que no servía para los muertos pasó a ser apto para los vivos y así se edificó en unos terrenos baratos que hoy se considerarían inhabitables.

LLEGADA DEL METRO / La regeneración democrática no llegó de forma significativa a este último extremo de Nou Barris hasta el nuevo milenio. La construcción en el 2003 desde Trinitat Nova de la L-11 del metro, ligero eso sí y de vía única, cambió muchas cosas y rompió parte de la muralla que limitaba al barrio. En el 2006 se erigió el puente del Congost que cruza el ancho haz de autopistas del Vallès. Más recientemente se ha reurbanizado la avenida de Vallbona, cordón umbilical hacia la hasta ahora lejana Trinitat Nova y el resto del distrito y de la ciudad. Se ha superado así la que durante muchos años ha sido prácticamente la única entrada por la avenida de los Rasos de Peguera por debajo de las vías de Rodalies.

En la última década, la población de Ciutat Meridiana ha sufrido un gran cambio. Los hijos de la inmigración española de los 60 que estrenó las viviendas, fueron abandonando el barrio a partir de los 80. El fenómeno se frenó hacia el 2000 y el número de residentes volvió a crecer con la llegada de una nueva ola de inmigrantes, mayoritariamente suramericanos aunque también había magrebís, asiáticos y europeos. Hoy son 4.500 ciudadanos de 25 a 40 años y con elevada natalidad, un grupo social que contrasta, algo evidente en calles y comercios, con los casi 7.000 integrantes de una población autóctona envejecida formada por adultos mayores y jubilados.

Las características del barrio y la evolución social de los últimos años lo convertían en una zona de riesgo. Por ello, en el 2006 se incluyó junto con Torre Baró en los planes de reforma de sectores degradados impulsados por la ley de barrios del tripartito de izquierdas ya fenecido. Con una inversión compartida entre ayuntamiento y Generalitat de 18 millones en cinco años se han programado obras de sutura urbana y de apoyo a la rehabilitación de edificios, así como planes de ocupación, formación, convivencia e inclusión, dirigidos en especial a los jóvenes.

MAYORES Y JÓVENES / Ciutat Meridiana necesita equipamientos para mayores y jóvenes. Sin embargo, el terreno montañoso y la obligada estructura urbana, con calles jalonadas por decenas de bloques que salvan con curvas y más curvas los 100 metros de desnivel entre la zona inferior, en la estación de tren, y la superior, en la escuela Mestre Morera, no pone las cosas fáciles.

En los últimos años se ha mejorado la movilidad interna del barrio con ascensores de calle y escaleras mecánicas, se han renovado los deficientes colectores y se ha recuperado espacio público entre los bloques. Además se ha construido una gran biblioteca, se han reformado escuelas y accesos y se ha creado un centro cívico, una oficina de atención ciudadana y un campo de fútbol. Sobre la mesa siguen, no obstante, los proyectos del complejo de equipamientos del campo de fútbol.

En las ventanas se pueden ver numerosos carteles de venta o alquiler, más sin duda que en otras zonas de Barcelona. Los desahucios son, asimismo, frecuentes, 300 en tres años, según denuncian las asociaciones de vecinos de Ciutat Meridiana, Torre Baró y Vallbona. Es otro indicador de que pese a las mejoras y el trabajo social, la Zona Nord sigue siendo un espacio de riesgo que requiere un tratamiento a largo plazo.