Análisis

La 'Sagrera Família'

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BETH GALÍ
ARQUITECTA

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La tierra tiembla bajo la Sagrada Família. ¡Hace muchos años que tiembla! Desde que los insignes próceres de la cultura de la posguerra se propusieron continuar la obra inacabada deAntoni Gaudi,se han ido sucediendo voces en favor y en contra. Una fuente permanente de polémica ha acompañado esta obra desmedida, proyectada, por cierto, en un periodo de excesiva exaltación religiosa de su autor. Serían algunas voces locales las que primero se hicieron oír alertando de aquella ignominia, en unos momentos poco favorables a expresarse libremente. Más tarde se sumaron voces internacionales que se solidarizaron con el clamor de indignación de sus colegas catalanes. Grandes personalidades comoLe Corbusier, Tapias, Sert, Gropius,entre otros, pidieron, a través de un manifiesto promovido por el Grupo R en la revistaDestino, parar lo que consideraban una afrenta a la cultura arquitectónica. A pesar de la envergadura de los firmantes y las razones que mostraron, las obras continuaron esforzadamente, haciendo del mismo esfuerzo el argumento y la conciencia para seguir edificando.

La obra deGaudíno se ha entendido. De otra forma, todo sería mucho más refinado y se habría actuado con más sensibilidad para no transformar una arquitectura llena de sutilezas en un artilugiokitschdestinado al turismo. En una especie de parque temático, de Terra Mítica.

Dejar la obra deGaudíinconclusa la habría significado directamente como creación del siglo XX y como parte sustancial de la época en que se construyó, donde la misma idea de ruina interviene en muchas obras de estos últimos siglos.

El reciente episodio de insensibilidad y prepotencia que ha rodeado la continuación de las obras de la Sagrada Família demuestra, una vez más, las malas artes de la Iglesia y de losfactótumesque la gestionan. Aprovechando la alarma social creada

-ciertamente justificada- a raíz del hundimiento del túnel del Carmel, se fue tejiendo un clima de miedo y de alarma entorno de un pretendido peligro de hundimiento de la Sagrada Família con el paso del tren de alta velocidad. Un peligro que los propios técnicos responsables de los cálculos de las estructuras del templo y de sus cimientos manifestaron del todo improbable. No se puede comparar la precariedad constructiva de unos edificios de viviendas, probablemente hechos bajo la prioridad de rebajar costes, con una obra como la Sagrada Família, donde la buena construcción y la eficacia de sus calculistas no es lo que se pone en tela de juicio. Hacer de un pretendido peligro el pretexto para desviar el trazado de una infraestructura colectiva de transporte público es, cuando menos, sorprendente. Pero transformar este pretendido peligro en una operación mediática -¿para atraer a más turistas?- es el síntoma de que alguna cosa no funciona en nuestra sociedad.

Si, al menos, en lugar de convertir el templo en una falsificación grosera hubiesen tenido la iniciativa de transformarlo en la futura estación de laSagrera Família, a lo mejor habría sido una buena obra que muchos habríamos agradecido.