La fiesta de Barcelona

Pregón soberanista

El poeta Joan Margarit llama a cambiar la relación con España y hace un guiño al paro del 29-S

Un espectáculo de luz y de color ilumina la fachada del ayuntamiento, ayer, tras la lectura del pregón de Joan Margarit.

Un espectáculo de luz y de color ilumina la fachada del ayuntamiento, ayer, tras la lectura del pregón de Joan Margarit.

XABIER BARRENA / Barcelona

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De todos los tipos de arquitecto que existen sobre la faz de la tierra, es quizá el que se dedica al cálculo de estructuras al que menos se le supone una vena poética. El método de Cross, para estructuras reticulares, parece casar más bien poco con el verso y el ritmo. Joan Margarit, el pregonero de las fiestas de la Mercè del 2010, ha sobresalido en ambos campos. Y si ecléctica es su trayectoria, no menos resultó un pregón propio de alguien que cree llegado el momento de no callarse las cosas. Reivindicó su legado cultural en el que el castellano cobra una importancia singular para, después, abrazar las tesis soberanistas y proclamar que «lo único que puede unir a todos es una Catalunya en catalán».

Escribió Margarit en Casa de Misericòrdia que un poema «por bello que sea, debe ser cruel». Aplicó, en esta ocasión, su receta a su pregón, que resultó extremadamente incómodo para el alcalde, Jordi Hereu, en las que son las últimas fiestas de la Mercè de este mandato. Los dos principales ítems abordados en el discurso, el soberanismo y, también, un guiño a la huelga general del próximo miércoles se sitúan en las antípodas políticas del alcalde.

Lo fue también para el líder municipal del PP, Alberto Fernández Díaz, quién calificó al poeta de «vocero nacionalista» y lamentó que «la fiesta de Barcelona se politice, convirtiendo el pregón en un altavoz político».

«POETA BILINGÜE» / ¿Y qué dijo el premio nacional de Poesía que concedió el Ministerio de Cultura español en el 2008? Primero se definió como «poeta bilingüe» para, después, entrar de lleno en la cuestión nacional. Desencantado, seguramente, por la sentencia del Estatut, Margarit cree que «quizá la necesidad de supervivencia» que tiene Catalunya» obligue «a renunciar al tipo de unión que hace siglos» convino a Catalunya y a Castilla y !que se acabó llamando España». «Ahora nos damos cuenta -siguió el arquitecto- de con qué fuerza perviven aún las dos Españas» de Machado, en especial de «aquella España de las 'unidades de destino', de la 'irrenunciable unidad de la patria', hoy garantizada por el Ejército, como dice la Constitución».

Ante este panorama, Margarit abogó por «cambiar profundamente la relación con esta España» si los catalanes, «sea cual sea su lengua», deciden que «la nación se convierta en una Holanda o una Dinamarca», dentro de este nuevo orden mundial que, sobre todo tras la gran crisis económica se está configurando.

Xavier Trias asentía, Jordi Portabella sonreía, Alberto Fernández endurecía su rostro con la mirada clavada en los asientos situados enfrente y que de poco los hace levitar. Hereu miraba a Margarit con gran y educada atención. La misma, sin altibajos, durante todo el acto.

LENGUA DE UNIÓN / En cuanto a la lengua, Joan Margarit afirmó que no sabía lo que sería Catalunya en un futuro, y que «es posible que la realidad social sea hoy bilingüe» y en breve Catalunya sea una «nación con muchas lenguas maternas», pero que «lo único que puede unirnos a todos» es «una Catalunya en catalán».

Discurrió el pregón por la parte ya usual en estos casos que puede definirse como «mi relación con la ciudad». La novedad es que este año Joan Margarit trazó su vinculación sentimental mediante la lectura de sus propios versos. Y es que, desde que Jaume Sisa, en el 2008, se inventó el pregón galáctico, la innovación es continua. Margarit precisó, incluso, de prueba de sonido por la tarde, como si de un recital se tratara.

Llegó, pues, Margarit, a su poema La libertad. Y para sorpresa de muchos que seguían el pregón mediante la versión impresa facilitada a la entrada, el poeta clamó que «La libertad es cuando arranca el alba en un día de huelga general». Sorpresa, no solo porque se esté a seis días de un paro general. No solo porque el alcalde esté en contra de esa huelga. Sorpresa porque en la versión impresa aparecía que «la libertad son los niños jugando en el foso del castillo de Montjuïc».

Las suspicacias y las miradas de desconcierto, obviamente, llenaron el Saló de Cent. Una hora después llegó la explicación oficial, en boca del propio poeta. Cuando tuvo que mandar los textos al ayuntamiento para que se editase el programa de mano, Margarit se equivocó e incluyó una versión anterior del poema. Una versión desconocida hasta ahora y nunca antes publicada. Una lástima porque ese fue el único momento de los 50 minutos que duró el acto en que lo escrito no concilió con lo que recitó el poeta.

PREGÓN EMOTIVO / El pregón de Margarit tuvo un elevado tono emotivo. Tanto por su propia descripción de la ciudad («Barcelona, mi ciudad, empieza a ser la ciudad de mi pasado») como, sobre todo, por el recuerdo que dedicó a Joana, su hija deficiente, psíquica y física. Se acordó también Margarit de otro gran poeta barcelonés, ya fallecido, José Agustín Goytisolo.