INVESTIGACIÓN POLICIAL DEL TRÁFICO DE ESTUPEFACIENTES

Mestre iba a ganar 25 millones con la cocaína importada a Barcelona

Mestre habla con un agente en el puerto poco antes de ser detenido, el pasado 22 de junio.

Mestre habla con un agente en el puerto poco antes de ser detenido, el pasado 22 de junio.

MAYKA NAVARRO / ANTONIO BAQUERO
BARCELONA

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Le pudo la avaricia. El millonario empresario barcelonés José Mestre Fernández iba a ganar el 25% de los beneficios de los 202 kilos de cocaína que presuntamente iba a permitir entrar en España a partir de su terminal de carga en el puerto de Barcelona, según las informaciones de que disponen los investigadores policiales. Ese porcentaje supondría entre 20 y 25 millones de euros, una cantidad que no tendría ninguna dificultad en blanquear, aprovechándose de un conglomerado empresarial de su titularidad, el Grupo Mestre, formado por 54 compañías. Y todo sin que nadie de su familia ni nadie de sus amigos supiese lo más mínimo de estas andanzas.

El pasado día 22, el Cuerpo Nacional de la Policía (CNP) abortó la entrada de la droga y detuvo a Mestre junto a otras 14 personas. Pero los investigadores sospechan que no era la primera vez que estaba implicado en una operación de este tipo. Por ello están analizando toda la documentación vinculada a sus ingresos y a la fortuna incalculable que posee. De momento, para la policía los balances no cuadran, mientras que la familia insiste en la inocencia del empresario y asegura que ha sido víctima de una trampa que le tendieron los colombianos.

MOVIMIENTOS SOSPECHOSOS / Las investigaciones empezaron en agosto pasado cuando los agentes del Grupo 42 de la Brigada Central de Estupefacientes detectaron en Madrid movimientos sospechosos de un viejo conocido de la policía, Higinio Alonso Agudo. Este septuagenario propietario de la empresa Chatarras Cano contactó junto a su mano derecha, José Valencia, con Héctor Murillo Rivera, aliasel Juli, un colombiano con nacionalidad mexicana que se trasladó en varias ocasiones a España como portavoz del grupo de familias colombianas propietarias de la cocaína. Se trataba de abrir una vía nueva de entrada de droga en España por mar en contenedores de chatarra y zarpando desde Panamá.

El plan era atractivo. José Mestre, un prestigioso empresario catalán, es el propietario de la principal terminal de carga del puerto de Barcelona y dispone de la logística necesaria para permitir la entrada del contenedor con la droga, para que esta saliera después del puerto de forma discreta hasta un almacén de su propiedad en Camporreal, Madrid.

La policía tiene indicios de que Mestre, un tipo discreto al que los narcotraficantes llamabanel Don, disponía de un solo colaborador de confianza para sus negocios ilícitos, Daniel Martín Cabrera, aliasTravis. Los policías de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) central, en colaboración con sus compañeros en Barcelona, vigilaron una primera reunión en el hotel NH Constanza, cerca del centro comercial L'Illa, entre Mestre y el representante de los narcos donde, acompañados porTravis, fueron grabados por los investigadores en la cafetería.

SEGUIMIENTOS POLICIALES / A partir de ese momento, la policía entendió que el personaje clave de la organización era Mestre. Sin él, la droga no entraba. Fue entonces cuando el magistrado de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu autorizó los seguimientos policiales del empresario catalán.

Según se desprende de esas pesquisas, Mestre se comportaba como el gran jefe. «Le ha perdido su egocentrismo, se sentía importante entre estos narcos. Y la avaricia. Poseía una gran fortuna, pero quería más. Y todo lo hizo al margen de sus amigos y de su familia, que desconocían por completo los negocios turbios del padre», aseguran fuentes al tanto de las investigaciones, que recuerdan una conversación intervenida a Mestre cuando llegó el contenedor con la droga. «Ha llegado la ambulancia», comentó. Y no fue la única comunicación intervenida, pues Mestre avisó a otros miembros de la banda de que la policía había llegado a su terminal.

Allí, los agentes se dedicaron a vaciar el contenedor sospechoso en presencia del propio Mestre. Cuando después de varias horas aparecieron ocho bolsas de deporte entre los hierros, todas repletas de cocaína, se le comunicó al empresario su detención. Mestre echó mano de su teléfono móvil para llamar a su abogado, José María Casanovas. El agente se lo impidió. El aparato era uno de los tres que poseía y está valorado en más de 12.000 euros. Un Vertu edición limitada para Ferrari del que solo se han fabricado 2.000 unidades en el mundo y que compró a un buen amigo suyo, que es joyero en Barcelona.