Victoria de regalo

Un error de Jurado que aprovecha Suárez encarrila el triunfo del Barça, que sigue invicto en Cornellà-El Prat

Luis Suárez regatea a Diego López para anotar el 0-3.

Luis Suárez regatea a Diego López para anotar el 0-3. / periodico

JOAN DOMÈNECH / CORNELLÀ DE LLOBREGAT

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Con la buena primera mitad que había hecho. Con los detalles que había dejado... Jurado, el pobre Jurado, nunca olvidará su primer derbi como local con el Espanyol. Hizo un regalo al Barça imperdonable, con una mala cesión atrás que aprovechó Luis Suárez, sediento y necesitado de goles, que colocó los cimientos del triunfo barcelonista. Golearon los azulgranas (0-3) en una segunda parte de acierto que dejó para el historial un resultado muy cruel para los méritos del once de Quique, condenado por errores puntuales.

La última victoria del Espanyol sobre el Barça data del 2009 y fue en el Camp Nou. Diez años se cumplieron de la última vez que los pericos pudieron celebrar el triunfo en casa, con su gente. Y fue en Montjuïc. Ningún disgusto se han llevado los culés en sus visitas a Cornellà-El Prat, siempre fructíferas. Sobre todo, cuando median facilidades.

MUCHAS FACILIDADES

Y facilidades, esa facilidad, con el error claro y grave, de Jurado, guió la habitual victoria del Barça porque decantó decisivamente la balanza, aunque luego Rakitic remachara el clavo y Aarón, más tarde, cometiera otro fallo igual de grosero y evidente que encontró el mismo beneficiario. A Suárez le cayeron dos pelotas del cielo, con lo caras que iban –se lo podrían decir Messi y Neymar, que se cansaron de correr y de chutar–  y cerró su mala racha firmando un doblete.

Con dos remates conectados en el primer tiempo, ninguno de los cuales debió ser abortado por Diego López, era casi quimérico que el Barça se llevara el triunfo de costumbre y que le exigía el Madrid en la Liga. Fue tan breve la producción ofensiva de los eternos enemigos que los rematadores no sirvieron para crear ni una lista: Jurado chutó fuera, a Rakitic le desvió un defensa su disparo lejano y Sergi Roberto cabeceó al lateral de la red.

UN ESPANYOL ROCOSO

El panorama era más crítico desde la óptica culé, más urgido por la necesidad, pero se topó con un rival rocoso. El Espanyol no pudo estirarse mucho, pero se replegó estupendamente. Los tres delanteros del Barça se encontraron siempre con un mínimo de cinco adversarios, lo que multiplicó la dificultad para que combinaran en el último pase. Javi Fuego y Víctor Sánchez, los dos medios centro del Espanyol, estuvieron siempre por detrás de la pelota.

Ya se sabe que el Barça no es un dechado de verticalidad y que peca a veces de recrearse, sobre todo cuando cree tener tiempo por delante, pero poco después de que amaneciera la segunda mitad se liberó del incipiente estado de ansiedad que apuntaba cerca del descanso. El rocoso Espanyol se derrumbó con una rapidez pasmosa, insólita, impensable, y el Barça empezó a encontrar pasillos de penetración.

LA INSEGURIDAD LOCAL

Messi andaba por delante de Busquets, lejos de la banda, para alivio del joven Aarón, y a través del genio el Barça asentó su superioridad. Al Espanyol le invadió la inseguridad al comprobar que uno de sus jugadores más técnicos y precisos se había equivocado tanto y temió que Messi y Neymar se pusieran las botas.

El duelo se encaminó con el gol de Suárez hacia un final anticipado, con el Barça crecido y un Espanyol tan cansado por el desgaste físico como lastrado en el ánimo, así que los goles fueron cayendo del mismo lado y el público se fue marchando.

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