El 'showtime' contra la mística

Ancelotti le ha dado al Madrid un estilo distinto al de Mourinho.

Ancelotti le ha dado al Madrid un estilo distinto al de Mourinho.

JORDI MERCADER

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El Arcángel y Belcebú hace meses que desaparecieron del escenario del fútbol local. Y aunque Joan Ollé aún no ha bautizado a los actuales entrenadores del Barça y del Real Madrid, parece que el combate eterno entre el bien y el mal ha dejado paso al saludable tiempo de la ironía, en su versión quisquillosa en el debutante inquieto en busca de la gloria y en su expresión socarrona en el veterano general vencedor de mil batallas. Hoy, Carlo Ancelotti y Luis Enrique podrán saludarse amablemente mientras sus jugadores se aprestan para el primer enfrentamiento entre el recién estrenado showtime del campeón de Europa y la eterna mística de los subcampeones de Liga.

Los Lakers auténticos pusieron de moda el showtime, cuyo fundamento era el run&gun, correr y tirar a toda velocidad y con la más alta precisión para convertir el baloncesto en un espectáculo. El Madrid de esta temporada está perfeccionando un estilo similar, a partir de la verticalidad de tiralíneas de todo el equipo moviéndose a las órdenes de un cirujano preciso del fútbol como Cristiano Ronaldo, icono de la primera marca mundial del negocio deportivo. Hay otras maneras de jugar bien al fútbol, incluso una que durante varias temporadas pretendió ser la única posible y que todavía practica con éxito el Barça, al ritmo del malabarista Messi y su bota pegada al balón, siempre al servicio de la teología político-deportiva de la nación culé.

El choque de estos dos estilos y sus respectivos mundos llega en el momento de máxima creatividad del entorno azulgrana, el paraíso del eufemismo en el que al igual que se proclama que el Barça es más que un club, se acepta un registro de firmas como sinónimo de una consulta o se sobreentiende que las elecciones al Parlament serán un plebiscito, incluso un referendo. Todas las grandes instituciones deportivas han padecido la intromisión del poder y su instrumentalización política, también el Real Madrid en su momento, pero en ninguna como en el FC Barcelona se ha instalado con tanta fuerza el discurso de una cierta trascendencia nacional en todo lo que hacen con los pies sus jóvenes prodigiosos y millonarios.

Mucho más que fútbol

Entre los más creyentes de la fe culé, en estas jornadas siempre renace la tentación de equiparar una victoria en el Bernabéu con una bofetada a la obsesión centralista del Estado; una manifestación de la fuerza innegable del movimiento independentista frente a la decadencia inevitable del españolismo más deprimente. Es una idea atractiva y simpática, pero fantasiosa y contraproducente por la comodidad implícita que conlleva. También es evidente que entre el madridismo de vieja escuela y banderas con águila haya quien ve gigantes en lugar de molinos; pero en el estadio, Quijote, todo lo que está en juego son tres puntos y la carga psicológica de la derrota para las próximas jornadas. Aunque en ironía vayan a la par, intuyo que los de Ancelotti llegan algo mejor que los de Luis Enrique para obtener el botín.