LA JORNADA DE LIGA

Un gol que vale por 5

Messi dedica a su segundo hijo, el recién nacido Mateo, el gol de la victoria azulgrana en el Calderón.

Messi dedica a su segundo hijo, el recién nacido Mateo, el gol de la victoria azulgrana en el Calderón. / periodico

MARCOS LÓPEZ / MADRID

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Todo sucedió demasiado deprisa para el Atlético. Y para el Calderón. Tan deprisa y tan preciso sucedió todo que cuando quiso darse cuenta el universo del cholismo ya estaba el papá de Mateo festejando otra obra de arte. Una más. Y no por habituales –cada día deja alguna jugada para el Museo del Camp Nou– se debe olvidar que Messi, justo en el mismo campo donde dio la Liga hace un año, rubricó otro maravilloso y decisivo gol. A veces, un gol vale mucho más que cinco. El Madrid aplastó al Espanyol en Cornellà, con cinco tantos de Ronaldo, pero cinco horas más tarde el Barça dictaba una lección de ambición, solvencia y fiabilidad superando el gol de Torres. Tres de tres, nueve puntos de nueve, cuatro goles a favor del campeón y solo uno en contra. Balance sublime.

Tiene mérito, pero mucho mérito lo que hizo el Barça. Y eso que empezó con Messi en el banquillo. Mérito porque Sergi Roberto no se asustó en su primer partido grande dejando una imagen de seriedad que nadie esperaba. Mérito porque Iniesta ha decidido que no solo es capitán quien lleva el brazalete sino aquel que desea heredar a Xavi como mejor hacía este. Gobernando el partido y el balón con tiranía, sellando la vieja dictadura del Barça, mientras Neymar, con un sensacional lanzamiento de falta directa, equilibraba el tanto de Torres, con Messi calentando aún en la banda

Y SALIÓ LEO

Jugó el Barça sin Messi en la primera parte. Demasiadas emociones en poco tiempo para el 10. Lo había pactado Luis Enrique con él. No quería el técnico ningún problema con la estrella. Pero quería cuidar a Messi y no solo por esos casi 20.000 kilómetros a Estados Unidos, con dos amistosos incluidos, o la presión de tener que jugar con Argentina, aun sabiendo que Antonella, su esposa, estaba a punto de dar a luz a Mateo. Demasiadas emociones, incluso para él. Quizá por eso Luis Enrique, en un inesperado viaje al pasado, tal si fuera Anoeta (4 de enero), lo envió al banquillo para que saliera en la media hora final y decidiera el partido. Como siempre, vamos.

El Barça, con Neymar serpenteando desde la izquierda hacia el centro, mientras Suárez percutía, una y otra vez, a la espalda de Giménez Godín, sembrando peligro. Pero faltaba el factor diferencial. El recuerdo del cómodo paseo blanco por Cornellà, con el festival de Ronaldo, que marcó cinco goles en una sola tarde, pululaba también por el Calderón.

El Atlético, fiel a su plan, se parapetó atrás. Pero el plan bueno era el del Barça, a pesar de que no tenía aún a Messi. Si no llegaba Oblak, felino y certero con manos duras ante Rakitic tras una jugada mágica de Iniesta, aparecía el larguero para frustrar un gol de pizarra de Suárez, dibujado tras un córner, o Neymar no estaba lúcido en el remate hasta que reventó todo con una falta soberbia.

CON AUTORIDAD

Simeone solo le calmó un error de Mascherano que desaprovechó después Torres. Y nada más en la primera mitad. Apenas un córner lanzó el Atlético, otro éxito del Barça, y punto. Ni lo remató el equipo rojiblanco. Con el 1-1 y ya Messi iluminando al equipo, al Atlético le entró un ataque de pánico. Pareció recular cinco metros, aunque dio la sensación de que eran 10 kilómetros. Y el Madrid, entretanto, suspirando para que el campeón se resbalara en el Calderón. Pero no lo hizo. Se mantuvo de pie, con una autoridad insobornable.

Jugó bien el Barça. Jugó con energía y, sobre todo, con inteligencia, más allá de un par de despistes, comprensibles ante el poderío de un Atlético que se fue consumiendo y empequeñeciendo. Con Messi, el paisaje de la noche cambió. No solo es el mejor sino que hace mejores a los demás. Pero antes el Barça se sostuvo sobre otros pilares.

VERMAELEN, LESIONADO

El Barça dejó en el Calderón, un estadio hostil, complicado, áspero, rasgos de lo que es. Un equipo en extremo competitivo, con fiereza en todas las acciones a balón parado. El Atlético no le hizo ni un rasguño y, además, los azulgranas crearon un par de claras ocasiones sin desquiciarse por las tres manos en el área de Oblak (dos de Godín y una de Giménez), frente a la de Mascherano en la de Ter Stegen.

Aunque todo quedara oculto por la majestuosidad que proyectó Messi. Fue padre el viernes, jugó media hora de ensueño y el Barça logró un hermoso botín, solo alterado por la lesión muscular de Vermaelen. Justo ahora, cuando el belga estaba en su mejor momento, se quebraron sus músculos y estará un mes de baja. Tras el golazo de falta de Neymar, llegó el papá de Mateo. Aunque quizá no haya mejor noticia que el pacto que firmó con Luis Enrique.