Análisis

El dedo de Florentino

David Torras

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Arrastrado porMourinho, el Madrid ha dejado de ser un club normal y se ha convertido en una enorme paranoia. Pero a diferencia de quienes sufren ese tipo de delirios, como el de la manía persecutoria o ser elegido para una alta misión, que cuadran perfectamente con Mou, no es una perturbación incontrolada. Todo está hecho a conciencia. Así que no hay que tratarle como a un enfermo. No merece comprensión. Ni buenas palabras. Ha traspasado todos los límites y, ayer, justo después de queRosellreclamara sensatez y dejara pasar de largo la ocasión de hacer cruz y raya, el Madrid, y por tanto Florentino, volvieron a pegar duro.

Todo empezó como una comedia de enredo, conParamésy el móvil misterioso, y acabó con una nueva declaración de guerra siguiendo el orden jerárquico que se ha impuesto en el club. Primero, la carta deMourinho, que cada día que pasa acumula más cargos y, hoy, ejerce ya de entrenador, portavoz y presidente. Después, el comunicado maltratando al equipo y señalando con el dedo aRoselly, por extensión al club, como instigador de la actuación del comité. En otras palabras, acusando al Barça de juego sucio dentro y fuera del campo, en la línea de que roba las Champions, controla a los árbitros y va dopado, ajenos a que el balón ha puesto a cada uno en su sitio.

SiFlorentinosigue siendo amigo deRosell, no parece quererle demasiado porque no hace más que desafiarle a dar un paso que no desea dar y que le compromete ante quienes le reclaman más contundencia institucional. EntreSandroyJosé,Florentinoha elegido darle la mano a Mou por más que le lleve a los escenarios más barriobajeros y a meter el dedo en el ojo a su amigo. El Barça ha sacado lo peor de cada uno y les ha unido en una maquiavélica carrera sin reglas. Vale todo.

Pero frente al peligro de que el Barça se canse de ganar,Florentinole ha regalado aGuardiolael antídoto perfecto. Cada acto deMourinhoes una charla de motivación que se ahorra. En el fondo, ya les va bien queFlorentinono mueva un dedo.