LA PIZARRA

Las claves tácticas del Barça-Leganés: Messi salva, pero no celebra

La estrella decide, aunque exhibe su frialdad tras conseguir el decisivo penalti

Messi supera a Herrerín de penalti en el Barça-Leganés.

Messi supera a Herrerín de penalti en el Barça-Leganés. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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NERVIOS DE ACERO DE LA ESTRELLA ARGENTINA

Andaba el Camp Nou convertido en un bosque en llamas, con el 1-1 iluminando el marcador, cuando Messi recibió la pelota para tirar un penalti trascendental. Cambió hasta su manera de lanzarlos. En medio del volcán, se destapó la cara más fría de la estrella argentina. Toneladas de nervios de acero para algo más que un penalti. Tanto en la preparación previa como en la ejecución y, por supuesto, en la celebración que no existió.

Se aisló de la inquietud que rodeaba a todo el barcelonismo, depositó el balón en el punto de penalti y soltó un zurdazo imponente, pero cambiando totalmente de dirección. Solía tirar a la izquierda del portero y a media altura. Ante el Leganés, en cambio, la potencia fue aún mayor y a la derecha de Herrerín. Un penalti impecable.

Igual de impecable que fue el penalti que marcó al Valencia, también tirado en el último minuto, también tirado a la derecha de Diego Alves. Pero en aquella ocasión fue un disparo raso. Ayer, sin embargo, a media altura. En Mestalla se volvió loco; en el Camp Nou ni se movió. Fue una estatua.

CAOS EN LA SALA DE MÁQUINAS (DE NUEVO)

Ya ha dejado de ser noticia que el Barça no gobierne los partidos. Ya es algo habitual que desfilen interiores y medio centro sin darle un relato futbolístico sólido al Barcelona. De nuevo, Luis Enrique diseñó una sala de máquinas totalmente nueva con André Gomes ejerciendo del sancionado Busquets, escoltado por Rakitic (interior derecho) y Rafinha (volante zurdo). No tuvo la pelota, no tuvo el control, no tuvo la estabilidad necesaria para dominar a un Leganés que se echó tan arriba que acabó asediando a Ter Stegen.

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Al final, el Barça volvió a tener idénticos problemas tácticos que en París, pero su rival, el Leganés, no tuvo la efectividad del equipo parisino. Perdió André Gomes un par de balones, uno de ellos con un resbalón, que provocó la airada respuesta del público. El Camp Nou perdió la paciencia con el portugués. Y Luis Enrique lo quitó del campo en otro gesto que tampoco es noticioso. De nuevo, dos interiores distintos: Iniesta y Denis.

NEYMAR NUNCA SE ESCONDE

No fue su mejor partido, pero jamás se escondió. Marcó Messi los dos goles, pero Neymar volvió a demostrar su valentía futbolística, más allá de que no estuviera preciso en el remate, algo que para desgracia del Barcelona ya ha dejado de ser noticia. Inició, junto a una buena presión, la acción del 1-0 filtrando el pase interior hacia Suárez, convertido en extremo izquierdo el delantero centro, síntoma de que el tridente tiene vida propia.

Apareció en la banda el uruguayo para servir un exquisito centro al corazón del área, ese lugar donde debería estar él. Allí llegó con velocidad, puntual a su cita con el balón, Messi. Rápido en la carrera y con la pausa necesaria para rematar al primer toque.

Luego, con el Camp Nou encendido, donde no hay lugar para las tácticas, Neymar provocó un penalti. El penalti que le dio, finalmente, los tres puntos, pero lo forzó por su persistencia, peleando un balón por la banda izquierda. Tres disparos, dos a puerta y cinco faltas recibidas. Pero en medio de la depresión, emergió Neymar para darle luz a Messi.