SEMIFINALES DE LA LIGA DE CAMPEONES

El Camp Nou se entrega al talento

La afición azulgrana aclama a un descomunal Messi en una de las noches más mágicas en competición europea

Messi, eufórico tras anotar uno de los dos goles que ha marcado al Bayern en el Camp Nou

Messi, eufórico tras anotar uno de los dos goles que ha marcado al Bayern en el Camp Nou / periodico

JORDI TIÓ / BARCELONA

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La noche más esperada se convirtió en una bendición para unos y en una pesadilla para otros. Una bendición para los culés, que disfrutaron de una de las veladas más mágicas que se recuerdan (3-0), de aquellas que pasarán a formar parte del recuerdo colectivo azulgrana. Y adquirirá más trascendencia todavía si se consigue sellar el pase a la final de Berlín en Múnich.

Y la pesadilla fue para el Bayern de Guardiola, que brindó un partido a pecho descubierto, con un inicio próximo al suicidio, y que salió inesperadamente trasquilado con una dolorosa goleada. ¿Tuvo la culpa el equipo alemán? No. El responsable no es otro que el mejor jugador de todos los tiempos, un prodigio de futbolista que volvió a reclamar su trono universal en forma de Balón de Oro con dos goles espectaculares; el segundo, simplemente, de otra galaxia.

Boateng, retratado

Seguramente en un punto lejano del universo quiso esconderse Boateng, que quedará para siempre retratado en el requiebro de Leo y el suave toque para superar al imponente Neuer, que pese a los tres goles demostró que es el mejor portero del mundo. Y todo sucedió en un Camp Nou enloquecido, que se puso el traje de faena para echar un cable más que necesario cuando el equipo perdió un pistón entre el inicio el ecuador de la segunda parte. El Bayern andaba mejor colocado, hacía circular el balón con velocidad y precisión y el Barça daba síntomas de sufrimiento.

Y entonces irumpió el espíritu de las grandes noches europeas, aquellas que se remontan a citas con el Anderlecht allá por los años 70. Con un pequeño detalle distinto de por medio. En aquellos tiempos el Barça se contentaba con Recopas, ahora el club lucha por conquistar su quinta Copa de Europa. Cómo ha cambiado el cuento. Un cuento escrito por un genio de talento inagotable e incontrolable, como advirtió la víspera Guardiola. No, no era una frase para quedar bien. Simplemente, decía la verdad.

Por eso el Camp Nou se entregó a él y le aclamó una vez más, y van mil, mientras nadie se acordaba ya de Guardiola, el mejor entrenador de la historia del Barça que fue recibido sin acritud ni parabienes. Una tímida ovación acompañó el abrazo del entrenador catalán con Luis Enrique. En cambio, una bronca de narices retumbó cuando se escuchó el nombre de Xabi Alonso. De ese sí que se acordaba todo el mundo. Y no para desearle nada bueno. Por eso la amarilla que vio el vasco fue aclama casi como un gol. Es la huella eterna del mourinhismo.

Gran trabajo defensivo

"Que el Bayern apenas te cree ocasiones y no te tire a puerta tiene un gran mérito", destacaba eufórico Piqué, que no daba nada por sentenciado. "Hemos de acordarnos del 6-1 que le metieron al Oporto. Tenemos que marcar en Múnich y entonces ya nos tendrían que marcar cinco", empezó a hacer cuentas el central azulgrana, confesó que todavía no había podido cruzar palabra alguna con Pep. "Lo haré en la vuelta".

"No hemos bajado nunca el ritmo y arriba tenemos gente que es impresionante", decía Rakitic, que ayer se desfondó en un trabajo impagable cerca de las dos áreas.

Un mosaico antes del duelo recordaba los años de las cuatro Champions azulgranas. El Barça puso la primera rúbrica para empezar a pensar en otra fecha. Falta rematar el trabajo y nadie se fía del Bayern, pero el talento incontrolable sigue siendo del Barça.