El Barça firma un partido de 9 en Granada

Suárez y Alcácer encarrilan un triunfo imprescindible sobre un Granada que solo fastidió un rato

Luis Suárez celebra su gol con Jordi Alba

Luis Suárez celebra su gol con Jordi Alba / periodico

JOAN DOMÈNECH / GRANADA

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A falta de conocer la trascendencia que adquiera su gol con el tiempo, Paco Alcácer se ganó la porción de mérito si el Barça conquista la Liga. Como Mathieu el primer año de Luis Enrique, o Munir en el segundo, una aparición del fichaje más discutido de la temporada –con permiso de André Gomes–- le brindará todos los elogios negados hasta ahora por permitir al Barça seguir la estela del Madrid.

En el escenario donde revalidó el título, el campeón vivió momentos de zozobra ante el mismo Granada débil y temeroso de meses atrás, que solo fastidió un rato con el 1-1. Habría sido una condena injusta e inmerecida, porque el Barça solo cometió un error. Un despiste defensivo azulgrana, el único, derivó en el gol del momentáneo empate de Boga que Alcácer desarmó.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Rakitic y Neymar completaron\u00a0","text":"una goleada que Ochoa y los postes evitaron que fuera m\u00e1s llamativa"}}El otro nueve de la plantilla completó el trabajo que había iniciado el nueve titular, que le dio la asistencia y le colocó en camino hacia la gloria. Si será duradera o efímera, se verá pronto. Rakitic y Neymar, en el último minuto con su gol número cien, dieron color a una victoria imprescindible. Ochoa y los postes evitaron que fuera más llamativa.

EL ORGULLO DEL BARÇA

Luis Suárez se marchó el año pasado de Granada con tres goles y reapareció marcando uno. Nadie más indicado que en tan emblemático escenario fuera el uruguayo quien destacara y encarnara, además, el espíritu de resistencia de un Barça que se resiste a perder, pese a sus torpezas, aquello que tanto le costó ganar.

Sobre Suárez y su machacona insistencia descansó el equipo para trabajarse el triunfo. Marcó un gol, dio una asistencia, le hicieron un penalti, estrelló un balón en el larguero, hizo brillar a Ochoa… Suárez aportó la garra, el afán, el entusiasmo, la brillantez de un equipo que compareció lánguido y se despidió conforme tras saldar el propósito de su visita.

También lo hizo Neymar. A su estilo. Hace tiempo que el brasileño solo ocupa un papel secundario por voluntad propia, para no erosionar la química del tridente. Correteando por la banda, fue un torrente de juego que solo se obturó en el último instante: en el remate, Y en el último instante, al final, desatascó con el tanto que debería desterrar sus complejos cuando enfila la portería.

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EQUIPO DE ROTACIONES

Quedó claro muy pronto que el interés del partido residiría en lo que pudiera tardar el Barça en abrir el marcador. El escarmiento de A Coruña estaba aún presente, pese a que la presentación barcelonista, repleta de rotaciones, se asemejó a aquella, tan parsimoniosa. Duró poco, es verdad.

Los acontecimientos invitaron a pensar que el equipo se enchufó a partir de la entrada de Alcácer por Rafinha. No tanto por la relevante aportación del valenciano, que también por el oportuno 1-2, sino por la reacción del equipo a la recomposición que ordenó Luis Enrique.

DOS NOVEDADES

El técnico, que había arriesgado prescindiendo del factor Umtiti (el único jugador que garantiza la victoria: 17 de 17 ha sumado el Barça con el central francés) ideó algo que pretendía sorprender al Granada. Recuperó el 4-3-3 y operó una novedad sorprendente: el cambio de ubicación habitual de André Gomes (desterrado al extremo derecho, porque eso pareció) con la de Rafinha, habitual extremo que volvió brevemente a ejercer de interior izquierdo. Una lesión echó del campo al quebradizo brasileño.

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Apareció entonces Alcácer, un ‘nueve’ tan puro como Suárez que debió jugar de ‘siete’. Al equipo ya le faltaban Piqué, Umtiti, Iniesta y Messi, y se resentía de tan sensibles ausencias. Lógico. Sus recambios (Sergi Roberto, Mathieu, Alba y André Gomes) rebajaron el nivel pero no hasta el punto de sucumbir a un condenado al descenso, que demostró sus penurias. Jugando con cinco defensas, fue un coladero con la cantidad de veces que Suárez les ganó la espalda. Gracias a su tesón y gracias a los pases de los demás en un triunfo coral.

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