LA COPA DEL REY

El Barça sobrevive (1-1)

Un gol de Abidal da el pase a cuartos a los azulgranas tras un partido agobiante y sin control ante el Athletic

JORDI TIÓ / Bilbao

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Con agonía y sufriendo, pero el Barça se ha metido en los cuartos de final de la Copa en un duelo que ha hecho honor a la tradición de San Mamés en este tipo de partidos. No lo ha tenido nada fácil el equipo de Guardiola, aunque lo que se ha encontrado tampoco ha sorprendido a nadie. Se esperaba que el Athletic apretara a los azulgranas y convirtiera cada balón en una disputa a vida o muerte. Y así ha sido. Caparrós ha dispuesto una línea de cuatro hombres apretando a los defensas cada vez que Pinto se disponía a jugar el balón.

Y el Barça, cómo no, ha asumido la afrenta como si de un nuevo reto se tratara. Siempre ha salido con el balón jugado y alguna vez ha jugado en el filo de la navaja debido a la espesura de Adriano, que volvía al once titular, y Alves. Ambos laterales han parecido estar dormidos y en más de una acción han obligado a un esfuerzo mayor a Abidal y Piqué.

El Athletic presionaba y, a la vez, mantenía la cueva de Gorka bien protegida. Aunque este panorama propicio para los bilbaínos ha podido cambiar como un calcetín si Villa hubiera transformado la acción más clara de la que ha dispuesto el Barça en la primera mitad. Alves, en una de las pocas cosas que ha hecho bien, ha sacado un centro medido que Villa ha rematado con toda su alma, pero las manos de Gorka, que prácticamente se ha encontrado con el balón, han evitado el 0-1 y una situación radicalmente distinta.

Poco control

Los azulgranas han empezado bien. Ya en el primer minuto han convertido el campo en un enorme rondo, dando muestras por dónde irían los tiros. Cierto que el Athletic no ha sido el equipo uraño del Camp Nou, donde apenas ha cruzado la línea media, pero todo su empeño quedaba reducido a apretar sin desmayo y a que Llorente o Toquero cazaran algún balón. El Barça se acercaba poco al área rival, aunque lo hacía con peligro. Xavi, en una falta ejecutada con rapidez por Pedro, y Messi, han puesto en aprietos a Gorka, pero el envite no lo tenía controlado.

Más aún ha dado esa sensación en la reanudación. Los leones han hecho honor a su fama y han cercado a un Barça desconcertado que hacía soñar a un San Mamés cada vez más envalentonado, que no ha parado de rugir. Guardiola ha visto el atasco y ha puesto remedio. Iniesta ha entrado por un desaparecido Adriano (m. 61), Busquets ha retrasado su posición y el de Fuentealbilla ha pasado a reforzar la sala de operaciones junto a Xavi. Todo ha cambiado.

El Barça se ha hecho con el balón, Piqué y Abidal han dejado de pasar apuros y Messi ha empezado a tocar el balón. Buena señal, ya que el argentino apenas había entrado en juego y siempre que lo ha hecho merodeaba la zona ancha, lejos de su radio de acción donde se mueve con peligro.

Los azulgranas han empezado a carburar de nuevo y han arrinconado a un Athletic al que le empezaba a faltar resuello. El área de Gorka era una especie de fronton en busca de algún agujero por donde colar el balón. Pedro ha estado a punto de encontrar el camino, pero tras una gran jugada personal se ha quedado escorado y con mala opción de pase. También Villa ha biscado el gol en una desenfrenada carrera con suspense incluido por una inoportuna caída de Gorka que ha sabido rectificar a tiempo.

Agonía final

Y en estas que ha aparecido Abidal. El francés, maravilloso en defensa, ha salido inesperadamente por el área para cruzar un balón que se perdía y enviarlo al fondo de la red. Era la sentencia, casi definitiva, y también su primer gol como azulgrana. Mejor ocasión para elegir su estreno goleador, imposible.

Y menos mal que ha llegado porque lejos de dar pausa a los minutos finales, el Barça ha vivido un infierno. Llorente ha dado vida a los rojiblancos y a toda su parroquia, que con el empate ya se han visto en cuartos eliminando al mejor equipo del mundo. Y lo han tenido cerca. Cada córner ha sido un suplicio para el Barça, que ha aguantado como ha podido despejando balones ante el empuje inagotable y lleno de fe. Villa ha fallado solo ante Gorka para sellar el 1-2 y evitar más agobio, y Messi se ha quedado de nuevo seco en la Catedral. Ha sido el mal menor. El Barça sigue vivo, nunca mejor dicho, en la Copa.