Al contrataque

El protocolo de una crisis

JORDI ÉVOLE

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Si llevas la tira de tiempo parado, o asqueado de estar en lista de espera para que te operen, o el banco te ha embargado la casa y vives dentro del coche, o no puedes pagar el material escolar de tus hijos, por poner algunos ejemplos, seguro que te identificarás totalmente con lo que vas a leer ahora. Imagino que seguiste con tremendo interés la polémica sobre protocolo entre la Moncloa y la Generalitat a raíz de la presencia en Barna de la vicepresidenta del Gobierno, por la concesión de las Medallas de Honor de la patronal Fomento del Trabajo. Y supongo que tu interés sobre el protocolo ya pasó a ser enfermizo, relegando incluso a segundo plano tu preocupación económica, cuando surgió el lío Artur-Mariano con motivo de la inauguración del Foro Económico del Mediterráneo.

Ese gran interés es normal; no te sientas extraño. Todas las encuestas del CIS lo señalan: lo que más preocupa ahora mismo a los ciudadanos es el protocolo. Serías un tío raro si lo que te quitara el sueño fuera el paro o los recortes. Pero intuyo que eres una persona normal y, por tanto, consciente de que esas cosas ya forman parte del pasado. El Banco de España ha dicho que se ha terminado la recesión, Botín ha dicho que estamos viviendo unos momentos fantásticos y, por su parte, De Guindos ha dicho que los próximos 10 años van a ser mejores que los 10 últimos. Solo a los anclados en el pasado se les pudo ocurrir hacer el jueves la huelga general de la enseñanza, o solo los desfasados se cabrean al leer que igual este mes la Generalitat no paga a los hospitales concertados. Basta de extravagancias. ¡A ver si nos ponemos al día, señores!

Repito: lo que preocupa ahora a los ciudadanos es el protocolo. Y no solo a los hinchas de Mas o a los de Rajoy, sino a todos los ciudadanos en general. A cualquier persona le importa un pimiento que un millón de catalanes se vayan a quedar este invierno sin poder encender la calefacción por falta de dinero. Para eso hay fácil solución: te pones a recordar las palabras de Botín, y te calientas rápidamente. Pero los problemas de protocolo no son tan fáciles de solucionar. Se necesita tener ganas de comportarse como gente civilizada, y eso es muy difícil. Se necesita tener mano izquierda aunque seas de derechas, como dicen que tuvo Winston Churchill. Durante un acto oficial, el jefe de protocolo le indicó que había visto cómo uno de los invitados, un político extranjero, mangaba uno de los carísimos saleros que estaban encima de la mesa. Churchill le comentó que ya se encargaría él de este asunto y, al cabo de un rato, robó un salero, se acercó al invitado y le confesó: "Esto se pone feo. Creo que nos han visto. Será mejor que devolvamos los saleros antes de que tengamos un grave incidente". Y los devolvieron. Sin imponer ni ofender. Me gusta más este protocolo de una crisis que nuestra riña de protocolo, demasiado ofensiva para los que sufren la crisis.