entrevista con el Fotoperiodista

Alfons Rodríguez: "El dolor vive en la ciudad de Srebrenica, 15 años después"

«El dolor vive en la ciudad de Srebrenica, 15 años después»_MEDIA_1

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CARME ESCALES
BARCELONA

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El 11 de julio de 1995, el general serbio Ratko Mladic dio la orden de aniquilar a más de 8.000 ciudadanos musulmanes en Srebrenica. Entre ellos perecieron el esposo y el hijo de Hajra Catic, ciudadana bosnia que hoy tiene 66 años, y 16 familiares de Nura Begovic, de 57 años. Estas dos mujeres son parte del retrato más próximo del dolor del genocidio, 15 años después, que Alfons Rodríguez -por encargo del Instituto Catalán Internacional por la Paz y la Fundación Solidaritat de la UB- ha testimoniado. Su trabajo fotográfico podrá verse hasta el 8 de octubre.

­-¿Dónde pone su foco la exposición Memoria de un genocidio?

-En los actos del 15º aniversario de la matanza, en Srebrenica. En ellos, el pasado 11 de julio se dio sepultura a los restos de casi 800 fallecidos, rescatados de fosas comunes. Este ha sido el año en que se han identificado más cuerpos. La exposición también trata de relatar la realidad de Srebrenica hoy.

-¿Qué caracteriza a esa realidad?

-Un fascismo serbio muy presente (Srebrenica se halla en la República Srpska, que es la entidad serbia de Bosnia) y que quienes perdieron a familiares y amigos hace 15 años siguen sufriendo. El dolor vive en la ciudad. Srebrenica es una ciudad gris y apagada. Es como si el sufrimiento tuviera un peso que se percibe en el ambiente.

-¿Qué denota la discriminación?

-Hay una enorme discriminación hacia musulmanes bosnios. Si la tasa de paro es del 50%, casi el 100% de las personas sin trabajo son bosnios de religión musulmana.

-¿Cuál es la fuerza de una imagen de ese dolor ajeno para el mundo?

-La denuncia. Así, al menos, la impunidad no será absoluta. Esa Serbia que hoy quiere entrar en la Unión Europea, hace 15 años fue responsable de aquellas muertes, y Ratko Mladic sigue en libertad.

-¿Siente útil su trabajo?

-Sí. No cambio la realidad, pero la cuento y eso confío en que conlleva tomar conciencia. El fotoperiodismo tiene como misión difundir otras realidades, hacer de altavoz. Y hoy tiene muchos medios para lograrlo.

-¿Qué es lo más difícil de su trabajo?

-El choque ético. Cuando estás en un entierro con una cámara, por ejemplo.

-Puede no disparar.

-Sin determinadas fotos, las historias estarían inacabadas.

-¿En saber poner el límite, entonces, está la ética?

-La ética está dentro de cada uno.