Tsipras, un año de lucha

El primer ministro griego, Alexis Tsipras.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras. / periodico

CLARA PALMA HERMANN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

“Un año de izquierda, un año de lucha” proclama un AlexisTsipras de rostro visiblemente desmejorado desde el cartel que invita a celebrar los 365 días de su Gobierno. Desde la victoria de Syriza, el 25 de enero del año pasado, no han faltado las emociones fuertes: un referéndum, un corralito -que todavía tardará meses en levantarse por completo- y otras elecciones anticipadas. A pesar de haber estado más de una vez al borde del abismo, Grecia y el Ejecutivo han logrado mantener el equilibrio. Pero desde la perspectiva de aquella noche de fuegos artificiales y bailes en las calles, en la que Tsipras anunciaba un porvenir fuera del “círculo vicioso de la austeridad”, hay más bien poco que celebrar.

Quien calificaba a la troika de “cosa del pasado” se encuentra hoy metido hasta el cuello en una reforma del sistema de pensiones, con las calles tomadas por manifestaciones y las carreteras bloqueadas por los agricultores. Las negociaciones para cerrar la primera revisión del tercer rescate, por valor de 85.000 millones de euros, llevan meses aplazándose. El cuarteto de acreedores insiste en que un nuevo tijeretazo a las pensiones es la única vía para recortar de forma drástica el gasto que suponen estas prestaciones -el 17% del PIB-. Los sindicatos, previendo una claudicación, han convocado para el próximo 4 de febrero la primera huelga general del año.

No es solo el apoyo de la calle el que ha perdido el primer ministro en este año de legislatura. Aunque la escisión de Syriza con motivo del rescate resultó tener un escaso impacto electoral, el partido sufrió la marcha de gran parte de cuadros y bases. Antiguos compañerosde Tsipras se han convertido ahora en sus críticos más feroces.

A cambio, el Ejecutivo ha mejorado su relación con instituciones y medios de comunicación, que ahora alaban su “sensatez”. Una nueva imagen que Tsipras no dudó en pasear por el foro económico de Davos -donde confirmó que su Gobierno no se oponía ya a la participación del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el trecer rescate-. “Creo que 2016 será el año en el que Grecia sorprenderá a la comunidad económica mundial,” anunció allí, la semana pasada, mientras la agencia de calificación Standard & Poor's subía en un escalón la previsión para Grecia. Pero la exagerada frase recuerda irremediablemente a la “historia de éxito” que el exprimer ministro Andonis Samarás prometiera en 2013 -y que Tsipras entonces calificó de “chiste”.

Desempleo y pobreza

Pues a pesar de los intentos del Ejecutivo izquierdista de paliar las consecuencias de la crisis, el desempleo sigue siendo el más alto de la Eurozona, con un tercio de la población viviendo bajo el umbral de la pobreza. Cierto es que más de 400.000 personas se han beneficiado de las medidas de choque implantadas por Tsipras -electricidad gratuita, ayudas al alquiler y cupones para alimentación-. También -a pesar de las acuciantes carencias de personal y fármacos- ha mejorado el acceso de los no asegurados a la sanidad pública. Pero entre pagos de deuda y objetivos de superávit primario, el presupuesto para gasto social que le queda al Gobierno es prácticamente nulo.

En la lucha contra la corrupción y la evasión fiscal, los avances han sido modestos. Algunas mediáticas detenciones no han borrado la percepción entre los griegos de que ciertos colectivos privilegiados, como los armadores, siguen siendo intocables. Y aunque en el seno del propio Gobierno no se han producido grandes escándalos, sí que se han aireado posibles casos de tráfico de influencias .

La legalización de las parejas de hecho homosexuales o la nacionalización de los hijos de inmigrantes se cuentan entre las promesas que sí que se han hecho realidad. Y que, contra todo pronóstico, no han socavado la alianza con los ultranacionalistas Griegos Independientes. Pero con la exigua mayoria parlamentaria de la coalición, este año volverá a ser imprevisible.