Los Juegos se aprietan el cinturón

Imagen del estadio de Maracaná y de otras instalaciones olímpicas.

Imagen del estadio de Maracaná y de otras instalaciones olímpicas. / periodico

EDU SOTO / RÍO DE JANEIRO

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La cuenta atrás para los primeros Juegos Olímpicos organizados en un país de Sudamérica ya ha comenzado y los habitantes de la 'cidade maravilhosa', Río de Janeiro, intentan poner buena cara al mal tiempo. Ni la crisis económica, ni los retrasos en las obras, ni siquiera el hecho de que la mayoría de las constructoras responsables del Parque Olímpico estén investigadas por corrupción deberán amargarles un evento que, en este 2016, competirá con el mundialmente conocido Carnaval.

No en vano, cuando se habla con los avispados comerciantes de la ciudad la misma frase se repite en todas las conversaciones: “Ojalá que vengan muchos gringos”. Después de que el real brasileño se desvalorizase un 48% en el 2015 a consecuencia de la crisis, el dinero que se dejarán los 350.000 turistas extranjeros que visiten la ciudad entre el 1 y el 28 de agosto, y los que permanezcan hasta el 18 de septiembre para los Paralímpicos, será un alivio para las maltrechas cuentas del estado de Río de Janeiro, el más endeudado de todo el país.

La caída del precio del petróleo, responsable del 70% de los ingresos del estado, ha reducido la recaudación de Río en unos 2.090 millones de euros y ha provocado que muchos especialistas hayan comenzado a llamarla la “Venezuela brasileña”. Conscientes de la delicada situación que atraviesan sus anfitriones, el Comité de Río 2016 decidió recortar el actual presupuesto de los Juegos Olímpicos, unos 1.720 millones de euros, entre un 5 y un 20%.

MENOS TELEVISORES

Una de las medidas de ahorro más comentadas será que los 10.000 atletas que ocuparán la Villa Olímpica de Barra da Tijuca no dispondrán de televisores en sus habitaciones sino únicamente en las áreas comunes, es decir, de 3.600 televisores a unos 50.

Otro detalle de ahorro se producirá en el número total de voluntarios que pasará de 45.000 para los Juegos Olímpicos y 25.000 para lo Paralímpicos a 40.000 y 20.000 respectivamente. Con esto se ahorrarán los gastos de alimentación, uniforme y transporte de 5.000 voluntarios. “En todos los lugares en los que podamos economizar, economizaremos. Vamos a cortar lo que sobre”, reconoció recientemente el director de Río 2016, Cristopher Dubi.

Mientras tanto, el siempre sonriente alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, se ha dedicado en las últimas semanas a garantizar a todos los grandes inversores en el evento que el huracán del 'impeachment' que sopla en Brasilia no afectará a la imagen de Brasil ni de los Juegos Olímpicos.

GRAN ALIADO

Considerado uno de los mayores aliados de la presidenta Dilma Rousseff en el Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), Paes fue el primer alcalde de todo el país que llamó al proceso de impeachment "locura golpista" y que llamó a los miembros de su partido a unirse contra un proceso que, según él, "está destruyendo Brasil".

De hecho, nadie en Río de Janeiro está interesado en que el Gobierno de Rousseff se hunda antes de los Juegos Olímpicos y menos aún el gobernador del estado, Luiz Fernando Pezao, también del PMDB, que logró solucionar una de las mayores crisis de la sanidad pública de Río de Janeiro gracias a los 300.000 medicamentos que el gobierno federal envió de manera urgente.  

Si algo tiene Brasil, especialmente Río de Janeiro, es que sus habitantes, los "cariocas", ya sea por su optimismo o por pura resignación, siempre están dispuestos a ocultar sus preocupaciones detrás de una gran sonrisa. A pesar de que Río 2016 llega envuelto en la incertidumbre, de lo que no puede haber ninguna duda es de que será una gran fiesta.

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