PRIMEROS PASOS DE LA TRANSICIÓN EN EGIPTO

El Ejército promete democracia

La Junta militar anuncia que traspasará el poder a un Gobierno civil mientras la calle enumera sus demandas

Un opositor aúpa a un soldado en la plaza Tahrir de El Cairo, ayer.

Un opositor aúpa a un soldado en la plaza Tahrir de El Cairo, ayer.

RICARDO M. DE FRANCIA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cerrada la página del autócrata Hosni Mubarak, Egipto amaneció ayer con la determinación de convertirse en un país nuevo, más cívico, justo y desarrollado, un desafío extraordinario a tenor del legado ruinoso de tres décadas de autoritarismo. Con la fiesta todavía en la calle, los egipcios parecen haber encontrado en los militares a un aliado esencial en sus aspiraciones. Después de que una Junta, representada en el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, tomara el poder tras la marcha de Mubarak, los militares prometieron ayer facilitar una transición a la democracia que concluya con la transferencia del poder a una autoridad civil. También trataron de tranquilizar a su vecino y aliado israelí afirmando que se respetarán todos los acuerdos internacionales firmados, en un claro mensaje a Israel.

Los anuncios han tranquilizado a aquellos que temen que el Ejército pueda apropiarse del éxito de la revolución del 25 de enero. En el «comunicado número 4» emitido desde que el vicepresidente Omar Suleimán anunciara la dimisión de Mubarak, los militares aseguraron que «aspiran a garantizar una transición pacífica» del poder a una «autoridad civil» elegida libremente en las urnas «para que construya un Estado libre y democrático».

SIN PLAZOS / No hay plazos ni calendario hasta ahora, aunque se espera que en una próxima declaración, el Ejército detalle su hoja de ruta. De momento, ha reafirmado al último Gobierno de Mubarak para que administre el país de forma interina.

Su declaración de intenciones no ha logrado desmovilizar a los manifestantes de la plaza de la Liberación (Tahrir), a la que miles de egipcios acudieron ayer para celebrar con júbilo este nuevo capítulo en la historia egipcia. La mayoría de tiendas de campaña siguen en su sitio, y el núcleo de los organizadores de la protesta, casi todos sin afiliación política, no pretende marcharse hasta que se cumplan sus demandas. Emulando la terminología de los militares, reclamaron en el «Comunicado número 1» la disolución del Gabinete legado por Mubarak y del Parlamento surgido de las fraudulentas elecciones de noviembre.

Su intención es que se forme un Gobierno interino que allane el terreno para la celebración de elecciones en un plazo de nueve meses. En esa dirección, han elegido un comité para que negocie con los militares. Ninguno de sus miembros, recalcaron, podrá presentarse después a las presidenciales o legislativas. «Si el Ejercito no cumple nuestras demandas, la revuelta retornará con más fuerza», dijo Safuat Hegazi, uno de sus líderes.

Muchos dan ya por derrumbado el aparato que ha gobernado Egipto en los últimos 30 años. El diarioAl Ahram, hasta hace unos días fiel portavoz de la propaganda del régimen, titulaba ayer: «El pueblo derrumba al régimen». Lo cierto es que figuras como el general Suleimán, llamado a suceder a Mubarak hasta el viernes, han desaparecido de la ecuación. Ya no pintan nada.

La nueva línea editorial deAl Ahrames un buen ejemplo de cómo está cambiando el país. Nadie tiene ya miedo a desafiar a la injusticia y el despropósito.

Esta semana sus periodistas se plantaron ante el director, una figura destacada del partido oficialista, nombrado en el cargo por Mubarak, y le dieron dos opciones: dimisión o libertad para ser honestos. Cerca de su sede, cientos de trabajadores enfurecidos de un centro comercial cairota se manifestaron frente a la vivienda del patrón para exigirle que les pague las nóminas atrasadas. Aunque quizás el símbolo más notable del espíritu legado por la revuelta son las patrullas de la limpieza que ayer se echaron a la calle para limpiar la ciudad.

La idea es transmitir a la población que el país vuelve a ser suyo y hay que levantarlo entre todos. «La democracia se construye a base de civismo y respeto. Hay que intentar modificar los hábitos porque nos han tratado como basura y la gente se ha acostumbrado a pasar de todo», decía escoba en mano, Tawhir Inur, una treintañera.

LOS RETOS / No será fácil ni rápido. El país está hecho una calamidad. La educación y la sanidad son muy deficientes, casi la mitad de la población es analfabeta funcional, la burocracia es ineficiente, la policía brutal y corrupta, y la gente se ha acostumbrado a pagar sobornos por sistema para navegar por esta poza de agua estancada. Los sueldos son tan miserables que pocos se esfuerzan en el trabajo, al contrario, tratan de escaquearse cuanto antes para dedicarse a un segundo o tercer empleo.

Egipto tiene gas, petróleo, turismo y el canal de Suez, pero ha sido desvalijado. En otro paso en la buena dirección, los militares prohibieron ayer a los ministros del actual y del anterior Gobierno que salgan del país, ante la posibilidad de que corran con sus capitales.

Videocomentario de esta información por el enviado especial de El Periódico en http://epreader.el periodico.com