Crisis en Asia

Washington y Seúl plantan cara a Pyongyang con maniobras militares

Equipos de socorristas buscan entre los escombros de en la isla atacada de Yeonpyeong.

Equipos de socorristas buscan entre los escombros de en la isla atacada de Yeonpyeong.

ADRIÁN FONCILLAS
PEKÍN

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Los indicios desaconsejan apostar por la calma inminente en la península coreana. Ayer fueron encontrados los cadáveres de dos civiles entre las ruinas de la isla atacada el martes por Corea del Norte, que se suman a los dos militares muertos. Por otro lado, Estados Unidos confirmó su participación en las próximas maniobras militares en aguas fronterizas junto a Seúl, que acostumbran a desquiciar a Pyongyang.

Desde que Pyongyang atentara contra un avión surcoreano con 115 personas a bordo en 1987, las muertes en el conflicto se las suelen repartir los militares de ambos lados. El hallazgo de los dos civiles, obreros de la construcción de unos 60 años, vuelve a medir el límite de la paciencia global a los desmanes norcoreanos, y en especial la de Seúl. En la opinión pública surcoreana anida la certeza de que le salen gratis.

La prensa recordó ayer que las docenas de proyectiles caídos sobre la isla de Yeonpyeong fueron el primer ataque de Pyongyang a suelo nacional y contra civiles surcoreanos. «El número de víctimas puede ser pequeño, pero el significado es mucho mayor», dijo ayer el presidente surcoreano, Lee Myung-Bak.

MEDIDAS INÚTILES / En el influyente diario Dong-A Ilbo se leía que «un palo es la única medicina para un perro rabioso». Y sin metáforas, que fue «un crimen de guerra» que exigía una respuesta militar. Seúl ha prometido una «dura represalia» si se repite un ataque similar, asumiendo implícitamente que no la habrá por este. Como todo castigo, canceló una misión industrial conjunta, las conversaciones sobre las reunificaciones familiares y los envíos de ayuda humanitaria.

Esas medidas se han comprobado inútiles durante décadas para embridar la belicosidad de su vecino del norte, que a cambio ha sacado a la comunidad internacional más de 7.000 millones de dólares desde que empezara a negociar el desmantelamiento de su programa nuclear en 1994.

Washington y Seúl, en su primer comunicado conjunto desde el ataque del martes, prometieron trabajar «hombro con hombro» ante la amenaza norcoreana. La colaboración pasa en primer momento por las maniobras militares que empezarán este domingo y se alargarán hasta el miércoles.

A la zona ya se acerca el portaviones de la marina estadounidense USS George Washington. Las maniobras se celebrarán en el mar Amarillo, escenario de numerosos enfrentamientos, y a escasos 100 kilómetros de la isla atacada. Es habitual que Pyongyang abra el grifo de las amenazas coincidiendo con estas maniobras militares conjuntas, que entiende como ensayos de invasión a escasos kilómetros de su frontera.

Seúl reforzará con más artillería Yeonpyeong después de que el martes sufriera un ataque con 170 proyectiles, de los que la mitad hicieron blanco y derribaron decenas de casas. El intercambio de fuego, que duró más de una hora, se originó por unos ensayos militares surcoreanos que enfurecieron a Pyongyang. Han huido más de 700 lugareños de los 1.500 que viven en la isla, que alberga una base militar permanente.

Los llegados a Incheon relataban historias de pánico y destrucción. «Escuché el sonido de artillería y sentí que algo volaba sobre mi cabeza», dijo una ama de casa a AP. Un anciano que esperaba a su hija en el puerto prometía que nunca la dejaría regresar. «Corea del Norte siempre comete provocaciones cerca de la isla. No ha cambiado nada», añadió.

La crisis llega cuando el joven heredero al trono norcoreano necesita mostrar sus credenciales al poderoso estamento militar. El hundimiento de una corbeta surcoreana y la muerte de 46 tripulantes en mayo, supuestamente por un torpedo norcoreano, originó la tensión actual.