LA LACRA DE LAS DROGAS

La viuda de Seymour Hoffman revela la lucha del actor contra sus adicciones

Philip Seymour Hoffman posa para una sesión fotográfica, en enero del 2014.

Philip Seymour Hoffman posa para una sesión fotográfica, en enero del 2014. / periodico

El Periódico

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"Entristecido por su trágica y prematura muerte. Hoy Nueva York llora la pérdida de uno de los más grandes del escenario y la gran pantalla". La cita corresponde al alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, cuando el 2 de febrero del 2014 se hacía público el fallecimiento de Phillip Seymour Hoffmanuno de los actores más prolíficos y queridos de la industria de Hollywood. 

Estados Unidos amaneció ese domingo con una trágica y desconcertante noticia: el actor había fallecido a causa de una sobredosis de drogas en su casa de Greenwich Village, en Nueva York. Ahora, más de tres años después del desgraciado suceso, su viuda, Mimi O'Donnell, relata en  'Vogue' cómo su terrible adicción a los narcóticos acabó con la carrera y la vida de un ganador del Oscar y padre de familia "amable y generoso".

Adicto desde joven

 "Desde el principio, Phil (Seymour Hoffman) fue muy franco con sus adicciones. Me explicó su periodo de adicción al alcohol y experimentación con la heroína cuando cumplió los 20, y me habló sobre su primera rehabilitación con tan solo 22 años", explica O'Donnell. Poco después el intérprete encontró en la actuación y la dirección una vía de escape para sus problemas, pero Hoffman era muy consciente: "Estar limpio no significaba que la adicción se haya evaporado", receurda su viuda.

"Nuestra regla general fue nunca pasar más de dos semanas sin ver a la familia, y Phil insistió mucho en ello. Solía decir: "Necesitamos estar todos juntos". Cuando ahora miro atrás y lo cercanos que estuvimos durante esa época, me pregunto si Phil sabía de alguna forma que iba a morir joven", explica su viuda, diseñadora de vestuario para cine y teatro.

Regreso a los narcóticos

Tras dos décadas limpio, el actor de títulos como CapoteMagnolia y Boogie Nights recayó. O'Donnell cuenta que Hoffman pasó por una mala racha cuando entró en su particular crisis de los 40, al afrontar la muerte de su terapeuta a causa de un cáncer, las sucesivas peleas que mantuvo con algunos de sus mejores amigos e incluso la pérdida del anonimato le supuso su incursión en las grandes producciones, fuera de su tradicional trabajo en el cine indie.

"Nunca fui capaz de entender que la adicción está siempre al acecho justo debajo de la superfície, esperando un momento de debilidad para regresar a tu vida". El primer signo fue cuando, un día cualquiera, el actor le confesó a su mujer que estaba dispuesto a probar la bebida de nuevo. "Era una línea roja y se lo advertí", explica Mimi, que cuenta como Hoffman empezó a tomar una o dos copas de vez en cuando hasta que las drogas volvieron en forma de opioides recetados. "No volverá a pasar, solo ha sido una vez", le aseguró a su mujer. 

Duros momentos

Tras una laboriosa y extenuante actuación en la obra de Broadway Death of Salesman, en 2012, Hoffman empezó a tener mucho tiempo libre y empezó a consumir drogas con prescripción médica. Poco después llegó la heroína. "Cada día estaba preocupada. Le dije: vas a morir, eso es lo que pasa con la heroína. Cada noche, cuando se marchaba, me preguntaba: ¿Lo volveré a ver otra vez?", explica Mimi.

El actor intentó desintoxicarse por su cuenta, pero el dolor físico que le causaba le llevó a entrar de nuevo en rehabilitación en el 2013. A los pocos días de salir, volvió a consumir. "Su comportamiento era diferente, ya no era aquel hombre vulnerable y abierto que conocía. Los niños se asustaban. Tristemente decidimos que se mudara a un apartamento en la esquina de la calle. Separarnos por seguridad, pero sin perder el contacto".

"En los siguientes meses me di cuenta, por primera vez, que la adicción era más grande que nosotros. Le dije: " Te quiero, estoy aquí por ti y lo estaré siempre. Pero no puedo salvarte".

Final inevitable

Fue al acabar el rodaje de Los juegos del hambre en Atlanta cuando Mimi O'Donnell se dio cuenta que "algo no marchaba bien". "Llamé a algunas personas y les avisé que debíamos vigilarle de cerca. Entonces empezó a consumir y tres días después estaba muerto", describe MImi, que admite que pensó en quitarse la vida pero que no lo hizo porque debía cuidar de sus hijos. "Mantenemos su espírito vivo y ya no nos ponemos a llorar cuando lo hacemos. Ese es el pequeño progreso que hemos logrado", concluye O'Donnell.