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Obras públicas, fuente de contaminación en Barcelona

Imagen de las obras de Glòries captada el pasado jueves. 

Imagen de las obras de Glòries captada el pasado jueves.  / JULIO CARBO

Cada vez proliferan más las obras públicas en la ciudad de Barcelona y cada vez son de mayor duración. Además, en algunos casos, quedan paralizadas sin solución de continuidad. Un ejemplo claro: la plaza de las Glories. Actualmente, se está llevando a cabo una obra, de las que yo denomino "faraónicas", en calle de Rosselló con Balmes (justo delante de mi domicilio) para la ampliación del andén de FGC en dirección Sarrià, que se inició hace unos cuatro meses y prevista su duración para dos años. Aunque mucho me temo que se prolongará más allá en el tiempo de lo que en su día anunciaron. Todas las obras, y en particular las de muy larga duración como las que describo, causan una contaminación acústica que superan con creces el límite de decibelios recomendado por la OMS de forma sistemática y continuada durante meses y años, con el consiguiente perjuicio para la salud de quienes vivimos a pocos metros, a los demás vecinos del barrio y a la ciudad en general.

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Es horroroso soportar todos los días, desde primera hora, incluso los fines de semana, el estruendo de las máquinas martilleando en la calle delante de tu casa. Y todo ello, unido al ruido de los coches, motos, camiones de la basura y el habitual trasiego de la ciudad. No hay forma de descansar ni de relajarse cuando uno vuelve del trabajo. Y suerte tengo de trabajar, pues me ahorro algunas horas al día de sufrimiento.

España ignora las recomendaciones de la OMS y, al no existir una legislación restrictiva sobre la materia en nuestro país, sino que los municipios tienen la potestad de limitar el máximo de decibelios permitidos -que en la mayoría de casos tampoco se cumple-, pues queda todo al libre albedrío. La obra pública un ejemplo de ello.

A la contaminación acústica hay que añadir otro tipo de contaminación no menos trascendente, la medioambiental. La maquinaria que se utiliza en este tipo de obras (retroexcavadoras, dumpers, grúas, tuneladoras...) por lo general funcionan con combustible fósil (gasoil), con el consiguiente impacto atmosférico debido a la emisión "adicional" de gases CO2 durante doce o más horas al día, favoreciendo aún más si cabe el efecto invernadero. Cuando abro las ventanas de mi casa percibo ese olor a fuel y apenas puedo ventilar, y eso que vivo en un tercero de altura.

¿Alguno de los responsables de las administraciones públicas (ayuntamientos, Comunidades Autónomas, Estado) que promueven estas obras se ha parado a pensar en las consecuencias medioambientales nefastas que generan las mismas, que en muchos casos se prolongan en el tiempo o se paralizan por cuestiones de presupuesto, intereses económicos, disputas políticas, maquinaria obsoleta o absoluta ineficiencia profesional? Esta claro que no, y quienes pagamos las consecuencias, como de costumbre, somos los ciudadanos.

Verdaderamente la ciudad de Barcelona se está convirtiendo en un lugar en el que difícilmente se puede vivir con un mínimo de calidad.

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