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Corbyn gana, el 'staff' pierde

Jeremy Corbyn, tras ser reelegido como líder del Partido Laborista, en el congreso del partido en Liverpool.

Jeremy Corbyn, tras ser reelegido como líder del Partido Laborista, en el congreso del partido en Liverpool. / REUTERS / PETER NICHOLLS

Jesús Pichel

En septiembre del 2015 Jeremy Corbyn, un histórico socialista de izquierdas, pacifista y republicano (¡republicano en el Reino Unido!), fue elegido líder del Partido Laborista británico, con casi un 60% de los votos de militantes, sindicalistas y simpatizantes con derecho a voto. Una elección tan mal dirigida por el 'staff' del partido que solo nueve meses más tarde promovieron una moción de censura contra él que ganaron abrumadoramente: 172 de los 212 diputados laboristas votaron en contra de Corbyn. Convocadas elecciones para elegir nuevo líder, el sábado 24 de septiembre, un año después de su victoria, Corbyn ha vuelto a ganar con casi un 62% de los votos frente al candidato oficialista, Owen Smith.

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Algo pasa cuando los diputados y los cuadros de un partido rechazan mayoritariamente al líder que apoyan las bases, porque esos mismos diputados, al menos teóricamente, lo son gracias a esas mismas bases. Algo pasa cuando en un partido socialista (y el Labour Party se supone que le es) el aparato recela de las propuestas socialdemócratas de su candidato (fuertes inversiones públicas, fin de las políticas de austeridad, protección de los servicios sociales, renacionalización de los ferrocarriles...) tachándolas de utópicas e irrealizables y le acusa de estar anclado en el pasado, de ser un radical de izquierdas que, alejándose del centro político, ni vencerá a los tories ni jamás será Primer Ministro (es inelegible, dicen).

Algo pasa cuando el mismo discurso que celebran las bases -"Nuestro partido fue fundado para hacer frente a la injusticia, pero con demasiada frecuencia hemos abandonado ese camino, ignorando a nuestro seguidores o dejándonos intimidar por los poderosos intereses comerciales y por la prensa", escribe Corbyn-, para el establishment del partido es una bofetada que deja en vía muerta la tercera vía de Blair.

La izquierda europea ya tiene dos referentes si quiere recuperar el aliento: Corbyn Philippe Martinez, líder de la CGT francesa.

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