comisión de investigación

Las cajas supervivientes destacan su independencia de los políticos

Los presidentes de Caixa d'Enginyers y Caixa Pollença y el director general de Caixa Ontinyent en el Congreso

Los presidentes de Caixa d'Enginyers y Caixa Pollença y el director general de Caixa Ontinyent en el Congreso / periodico

P. Allendesalazar

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La crisis se ha llevado por delante a la práctica totalidad de las cajas de ahorros, entidades centenarias que llegaron a suponer más de la mitad del negocio financiero español en los años de la bonanza. La mayoría han desaparecido o se han convertido en bancos. Pero no todas han sufrido esa transformación. Las más pequeñas, la valenciana Caixa Ontinyent (48 oficinas) y la balear Caixa Pollença (20 oficinas), han sobrevivido, como también la cooperativa de crédito catalana Caixa d'Enginyers (27 oficinas). Sus responsables han comparecido este martes ante la comisión de investigación de la crisis en el Congreso para explicar las razones de su éxito y las lecciones que se pueden extraer de ello.

La independencia del poder político ha sido el nexo de unión de sus relatos. "Caja de Ingenieros, a lo largo de sus 50 años de historia, nunca ha entrado en cuestiones políticas, ni ha tenido políticos en sus órganos de gobiernos, y esto también nos ha diferenciado de otras entidades, permitiendo que nuestras decisiones fueran siempre de carácter estrictamente financiero y con criterios de gestión en favor del socio", ha acertado a resumir su presidente, José Oriol Sala Arlandis, quien ha destacado que la entidad no entró en hipotecas "sobrevaloradas", cláusulas suelo, preferentes o crédito promotor.

En la misma línea, Josep Antoni Cifre Rodríguez, presidente de Caixa Pollença, ha sostenido que la "ausencia de intereses particulares o injerencias políticas en operaciones crediticias o en el destino de los recursos de la obra social fue y ha sido la dinámica de actuación" de la caja. "Nunca nos obsesionamos con el tamaño o con crecimientos de dos dígitos al objeto de conseguir determinados posicionamientos o influencias", ha sostenido el responsable de la más pequeña de las cajas de ahorro.

Modelo válido

La supervivencia de estas entidades es la prueba de que la debacle de las cajas de ahorro era evitable, por más que la mayoría de las autoridades bancarias y políticas que han pasado por la comisión la han planteado como una catástrofe poco más o menos que natural e inevitable. "Seguimos pensado que las cajas de ahorro no son un problema. El problema, como en todo instrumento financiero, es la mala utilización de este", ha resumido Cifre Rodríguez, quien ha defendido que los "objetivos y necesidades que justificaron el nacimiento de las cajas de ahorro persisten".

Vicent Penadés, director general de Caixa Ontinyent, ha explicado que la entidad tuvo una "mayor sensibilidad al riesgo" que otras porque aprendió la lección de las crisis inmobiliarias de los 80 y los 90. "Esta experiencia nos hizo especialmente sensibles a las indicaciones del Banco de España en las reuniones que teníamos anualmente (...). En ellas nos alertaban de las dificultades que podrían acarrear la concentración de inversión en el sector inmobiliario y, en especial, en suelo", ha sostenido, dejando claro que otras cajas más grandes no fueron tan obedientes.

Oligopolio a la vista

El responsable de Caixa Pollença también ha advertido que la caída de la aportaciones de la obra social de las cajas "no han sido cubiertas ni reemplazadas con el consiguiente impacto negativo en la sociedad". Además, ha destacado que la reducción del número de entidades financieras "acerca al sector a una situación oligopolística desfavoreciendo la competencia", sobre todo porque se ve acompañada por una caída del número de oficinas. "Va a provocar un aumento de aquella población que va a tener serias dificultades para tener acceso a servicios bancarios. Esto resulta especialmente preocupante en el caso de pequeños municipios con una edad media de su población elevada", ha alertado.

En la misma línea se ha manifestado el presidente de la Caixa d'Enginyers. "Los grandes bancos sistémicos son difíciles de entender, difíciles de gestionar y muy complejos de supervisar, y ostentan mucho poder. Aunque se diga que implican sinergias y reducción de costes y consiguen economías de escala para la inversión en tecnología, y por talla permitirán competir mejor contra otros operadores no tradicionales, pueden distanciar a la banca de su misión social y atención detallada al cliente", ha advertido.