LAS OPINIONES a favor

Mandar una señal

JOSÉ GARCÍA ABAD
PERIODISTA

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Ya sabemos que los ricos no tienen propensión a pagar impuestos, una horterada reservada a los pobres. Muchos han trocado su digna condición de personas físicas por la más confortable de personas jurídicas, de sociedades donde meten todos sus gastos familiares evitando pagar la tributación por sociedades que, por cierto,Mariano Rajoy propone rebajar. Y los más ricos han inventado un instrumento maravilloso, las Sicav, a las que el Gobierno no se atrevió a elevar su tributación, que se limita al 1%, la suprema felicidad. Los impuestos son un privilegio casi exclusivo de los trabajadores y de, forma preferente, de la clase media, que no pueden escapar del control de las nóminas así como de los consumidores por medio del IVA.

El impuesto del patrimonio que suprimió José Luis Rodríguez Zapatero adolecía de algunos defectos: gravaba a la clase media y dejaba escapar a los verdaderamente ricos, pero al menos tenía la virtualidad de detectar fuentes de renta, obstaculizando la evasión fiscal.Alfredo Pérez Rubalcaba promete ahora restablecerlo si llega a residir en la Moncloa, evitando los errores del antiguo y centrándose especialmente en las grandes fortunas. Por esta vía, que el candidato ha cifrado en 1.500 millones de euros, no se consigue mucho dinero, pero es una señal que encierra un alto simbolismo y que conecta con el sentir de la gente irritada porque la factura de la crisis se endose a los menos afortunados. Por otro lado, se recuperaría un indicador de dónde se esconde la riqueza.

Buen argumento

Esta propuesta junto con la fijación de un impuesto a los bancos, que contribuyeron a la crisis con su imprudencia prestamista, una vez que hayan resuelto sus problemas de capitalización, es un buen argumento que el PP trata de ridiculizar en vano. Ciertamente, con esta propuesta no se resuelve la grave crisis y será necesario que el candidato explique con más detalle su programa, pero no está mal mandar la señal de que pague más quien más tiene.

De Francia ha surgido un movimiento de ricos que se ofrecen a pagar algo como una oenegé de los opulentos. En España, no caen en tamaña demagogia y esperan de Rajoy proteja el statu quo. No hay nada que impida las donaciones voluntarias al Tesoro Público, pero la caridad no es solución ni suplanta la contribución redistributiva, que es una de las bases del Estado del bienestar.

El argumento de la derecha, y probablemente el que movió aZapatero,proclama que semejante gravamen es peligroso porque el dinero es huidizo y puede refugiarse en paraísos foráneos. No me parece un argumento definitivo, aunque exija alguna consideración. En Francia, persiste el impuesto a las grandes fortunas y no ha pasado nada. No obstante, habría que conseguir un amplio consenso de la comunidad internacional al menos para suprimir o dificultar el acceso a los paraísos fiscales y desde luego sería necesaria una posición conjunta dentro de la UE. Pero, mientras tanto, todavía los estados tienen algún margen de autonomía.