ANÁLISIS

Diez negritos

JOSÉ ANTONIO BUENO

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¿Cómo es posible que Irlanda, un país con un PIB y una población inferiores a Catalunya, pueda arrastrar a Europa hacia una nueva crisis financiera? No es por Irlanda -poco más del 2% del PIB de la eurozona- es por la fatídica secuencia de rescates que se iniciaron en Grecia y quién sabe hasta dónde llegarán. La deuda nominada en euros de los países periféricos es dudosa porque el euro solo es la moneda de un conjunto de países. Los intereses nacionales han predominado en muchos aspectos, como en el fiscal.

Lo sorprendente no es el episodio protagonizado por la deuda irlandesa en sí mismo sino cuándo se produce. Irlanda no debe acudir a los mercados hasta mediados del 2011, luego el riesgo de impago es teórico.

El diferencial de la deuda irlandesa se disparó tras unas declaraciones de Alemania que animaron a los especuladores. Se propuso permitir impagos parciales de deuda en euros y, por más que luego se matizase que esa propuesta entraría en vigor a mediados del 2013 y solo para nuevas emisiones, la tensión volvió a los mercados, sobre todo porque las normas de la quiebra ordenada que propone Alemania castigarían a los inversores foráneos, una opción aceptable para un país sobrendeudado.

Tal vez sea simple torpeza, pero tal vez no. Alemania sale ganando con esta crisis, al menos de momento. Por un lado, se avanza en la concienciación europea de la necesidad de unificación fiscal y, por otro, se debilita al euro, neutralizando el efecto devaluador de las recientes medidas (quantitative easing) de la Fed, sobre el dólar, garantizando así el mantenimiento de la competitividad internacional de los productos alemanes. Pero Alemania debe ser consciente de que si este cerco a los países de la periferia acaba con la voladura del euro entonces tendría dificultades para exportar a su mercado natural, el resto de Europa.

Irlanda es tal vez el país que mejor uso ha hecho de los fondos de cohesión. Ha pasado de ser un país pobre y agrícola a rico y sofisticado. Es, junto con Finlandia, uno de los mejores ejemplos de cambio de modelo productivo. Su PIB per cápita en 1987 era solo el 60% del de Reino Unido, pero en el 2007 lo superaba. Su gran error fue garantizar todos los activos bancarios de un sistema que supera en más de 9 veces su PIB. Las inyecciones de capital a sus bancos heridos de muerte tanto por el estallido de la burbuja inmobiliaria como por la huida del capital extranjero son las culpables de un disparatado déficit superior al 30% por el que ha perdido todo el crédito internacional.

Paradójicamente, el rescate de la deuda beneficia sobre todo a los países grandes y ricos que lo soportan al incrementar su control sobre las medidas fiscales y evitar que sus bancos se vean afectados por los impagos de la deuda de terceros. Ojalá que España sea realmente demasiado grande para ser rescatada porque sería una pésima noticia, especialmente cuando nuestra cohesión social, en un momento con tanto desempleo, depende de medidas fiscales que tendrían que reducirse en un escenario de rescate.