TRANSFORMACIÓN

La reforma del mercado de la Abaceria arranca con desacuerdos sobre su magnitud

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Patricia Castán

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Cualquier proyecto urbanístico con muchos ceros está llamado a una previsible diferencia de opiniones en Barcelona y si encima se cierne sobre un enclave tan densamente poblado y tan sensible como la Vila de Gràcia, la posibilidad de consenso total es aún más remota. Es lo que le ha sucedido al viejo (o viejísimo) mercado de la Abaceria, que tras lustros esperando su renovación se ha convertido en un símbolo de lo que algunos consideran un modelo de reforma demasiado ambicioso y costoso. Tras muchos meses de pugna dialéctica, los operarios han tomado hoy lunes -por fin- el tramo superior del paseo de Sant Joan para empezar a levantar una carpa que acoja durante casi tres años el mercado provisional, con la total oposición de una parte del vecindario, enfrentada al bloque común que forman otros vecinos, los vendedores y el consistorio.

Los críticos con el proyecto esperan que la reciente renovación de la junta de comerciantes del mercado, con los que se reunirán en breve, permita un acercamiento de posiciones 'last minute'.

La intervención en el paseo de Sant Joan ha sumado algunos meses de retraso, pero el ayuntamiento trabaja con el reto de levantar la macrocarpa en unos cuatro meses, de forma que el traslado comience en primavera. Darán el salto 43 comercios alimentarios (interior) y 14 no alimentarios (perímetro), supervivientes de una purga natural que ha ido mermando la oferta del antiguo recinto de la Travessera de Gràcia-Torrijos, hasta dejarlo últimamente casi con la mitad de puestos cerrados.

Más de 30 millones

La construcción de la carpa de 1.900 metros cuadrados, entre Indústria y Sant Antoni Maria Claret, se ha adjudicado finalmente por 3,24 millones de euros (menos de lo previsto), a los que habrá que sumar unos 25 millones previstos para el mercado definitivo en su ubicación habitual, más 2,5 para el proyecto ejecutivo. Y es este volumen de millones lo que hace un año puso en pie de guerra a la plataforma vecinal Gràcia cap a on vas, cuestionando la fórmula de las súper reformas de mercados que desde hace años pasan por agregar párking, supermercado y grandes espacios logísticos. Incluso llegaron a manifestarse en contra.

La plataforma contraria al proyecto espera retomar el diálogo con la nueva junta del mercado

Pero desde la aprobación de la propuesta, el pasado julio (con el 95% de votos favorables de los comerciantes), las quejas no han supuesto cambios de cara al proyecto constructivo cuyo concurso está a punto de abrirse. El gerente del Instituto Municipal de Mercados de Barcelona, Màxim López, explica que todo proyecto en marcha está "vivo", pero -de momento- la hoja de ruta se ciñe a lo aprobado, es decir, una reforma integral que alumbrará 3.900 metros cuadrados de mercado, 350 metros para cooperativas de productores, 750 metros de autoservicio, un altillo cogestionado para entidades  y tres plantas subterráneas (la -3 con medio centenar de plazas de aparcamiento, la -2 con zona de tratamiento de residuos y descarga, y la -1 de almacenes). En total, más de 13.000 metros cuadrados.

Accesibilidad cuestionada

López enfatiza que se enmarca en un modelo de reformas que propicia la "facilidad de acceso". Justifica ese aparcamiento (recortado respecto al plan original) en la necesidad de satisfacer diversos perfiles de comprador, algo que también reivindican sus comerciantes. El consistorio defiende el modelo impuesto en el resto de mercados centenarios (Ninot, Sants, Santa Caterina...), adaptado "a cada entorno".

Pero la plataforma reclama un mercado a la medida del barrio, no tan costoso y que no incite a llegar en coche a la zona. También creen que ya hay demasiados súpers en el barrio y quieren primar el modelo de proximidad y ecológico. Por ello, desde la web de la FAVB reclaman hace semanas una audiencia pública extraordinaria para dar más "transparencia" al proceso y retomar el diálogo con el resto de actores.

En el bando comercial, y tras un largo proceso de degradación, los paradistas exigen celeridad en acometer la carpa, el traslado, la redacción simultánea del proyecto, los derribos y el inicio de la construcción, previsto para este año y con una duración de entre 24 y 30 meses. Creen que si los plazos no se cumplen, más operadores se despedirán por el camino.