La nueva estrella azulgrana

Neymar, el elegido

Tiene 21 años y pudo escoger donde ir porque Brasil, el país do futebol, se le quedó pequeño. Adorado por los grandes clubs europeos, Neymar eligió el Barça siguiendo el camino de Romário (1993), Ronaldo (1996), Rivaldo (1997) y Ronaldinho (2003). Llega hoy algo más que un delantero con enorme talento. Neymar es una industria, una marca, un producto...

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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Una vez escuchado su corazón, como confesó su padre, Neymar no tuvo dudas. El Barça era su destino. El único destino posible. Transformado desde hace un par de años en «unpopstar», como dijo Alves, su amigo, el hombre que ha tendido los puentes entre Messi y él, ahora necesita volver a sentirse futbolista. Solo eso, aunque le tocará elegir a partir de hoy, cuando pise por vez primera el Camp Nou, si continúa con esa vida tan agitada que ha llevado en Brasil, transformado en una celebridad, contando él mismo lo que hace a cada segundo a través de las redes sociales (tiene 16 millones de seguidores) o escoge el camino discreto de Messi, del que solo se sabe que vive en Barcelona y juega al fútbol en el Camp Nou. Llega Neymar, el delantero por quien se ha peleado todo el mundo. Y él ha escogido el Barça, el equipo que lo apabulló en Japón hace año y medio.

Llega también Neymar, el novio de la actriz Bruna Marquezine (17 años), muy popular en Brasil por sus papeles en las telenovelas de O Globo. Llega el padre de Davi Lucca, un niño de año y medio, rubio, producto de su fugaz relación con Carolina Dantas, a quien presentó, como hace siempre, al mundo por Twitter. Llega un delantero especial, con un talento increíble, a quien se le ha quedado pequeño Brasil, el país do futebol. Con 21 años, salta directamente a Europa porque nada más le queda por hacer allí. Elegido por el fútbol, sus regates evocan a Garrincha, cualquier tiempo pasado siempre fue mejor desde 1970, su magia emparenta a la de Ronaldinho, el del Barça, y su origen (Santos) le coloca como la esperanza de que el nuevo siglo también tendrá un Pelé para disfrutar. Llega un elegido.

El accidente del bebé

Un elegido del fútbol, de la industria. Su sonrisa encarna una de las economías emergentes del mundo, la de Brasil, y también de la publicidad: asociate a Neymar y te sentirás mejor y venderás más (14 marcas lo patrocinan). Elegido por las fans como si fuera una estrella del rock (Neymarzetes se llaman) y por el Barça para continuar una hermosa tradición de jogo bonito que, en los últimos 30 años, han provocado jugadores de dibujos animados (Romário), extraterrestres (Ronaldo), genios sin carisma (Rivaldo) y magos contagiosos que se acabaron antes de tiempo (Ronaldinho). Y el elegido también por Florentino, pero que no pudo tener porque se le ha escapado tres veces al Madrid: una en el 2006, cuando era un niño de 13 años, otra en el 2011, cuando pasó incluso el reconocimiento médico, y la última en el 2013, porque llegó tarde.

Llega Neymar junior. O, tal vez, Matheus. Ese era el nombre escogido por sus padres (Neymar y Nadine) cuando un menino nació el 5 de febrero de 1992 en la Santa Casa de Misericordia de Mogi das Cruzes, una ciudad de unos 400.000 habitantes, del estado de Sao Paulo, cercana al litoral paulista. Así le iban a llamar hasta que su padre, camino del registro, decidió cambiar de idea y le puso Neymar. En aquellos tiempos, Cruyff estaba forjando el dream team para conquistar la primera Copa de Europa del Barça en el viejo Wembley. El menino tendría entonces solo tres meses. Poco después, en julio de 1992, un accidente de coche pudo acabar con todo. Tenía solo cuatro meses cuando Neymarzinho acabó debajo del asiento de sus padres, pero sin heridas graves. Su padre sufrió una dislocación, su madre, hematomas por todo el cuerpo, y él, en cambio, nada a pesar del vuelo que tuvo en el coche.

Matheus, perdón, Neymar júnior, tuvo un balón en casa desde que era niño, driblando sillas, regateando sofás y disparando a puertas como si fueran porterías. A partir de aquí, Neymar jamás dejó de estar quieto. Iba de ciudad en ciudad. De Mogi Cruzes a Sao Vicente, a casa del abuelo. Luego, con 7 años, a Praia Grande, al lado del mar, sin abandonar nunca el balón hasta entrar en las pistas del fútbol sala, como Ronaldinho.

Descubierto por Betinho, aunque Neymar se descubrió solo, todo giró más deprisa. Hasta el Madrid, con 13 años, supo de su leyenda y lo invitó a conocer el Bernabéu para probarlo en el 2006 cuando el Barça de Rijkaard tocaba la cima en París. No se lo quedó y volvió a casa, víctima de la nostalgia, y para aquel «garoto magrelo», delgado, enclenque, que parecía romperse en cada regate imposible que inventaba o caerse de esa bicicleta que imaginaba, el Santos creó una categoría especial, la sub-13, para darle cobijo. Y le pagó a un niño un salario de 9.000 euros.

Luego, todos sabían quién era Neymarzinho. Con 16 años, firmó su contrato profesional, con 17 debutó en Pacaembu con la camiseta del Santos, marcó su primer gol de cabeza, se hizo mohicano y los niños de Brasil, también. Y con 21 años, el elegido llega al Barça. Abandona, por vez primera, el estado de Sao Paulo, busca casa en la costa, Sitges, Castelldefels, Gavà, para reproducir el ecosistema que tuvo allí (padre, hermana, familia, novia, amigos...).

Un joven ya veterano

En ese vertiginoso camino, Neymar ha dejado 138 goles en 228 partidos con el Santos, ha conocido siete entrenadores en cuatro años (Mancini, Chulapa, Luxemburgo, Dorival Jr, Martelotte, Batista y Ramalho), ha besado tres campeonatos paulistas, dijo «no» al Chelsea, que enloqueció por él (2010), ha logrado una Copa Libertadores, marcado un gol al Flamengo elegido como el mejor del mundo en el 2011, miles de regates nunca vistos antes y deja una sensación de terrible orfandad en Brasil.

En el Santos no hay vida sin Neymar. A los pocos días de confirmarse su fichaje, despedían a Ramalho, el técnico que mejor lo entendió. Con él, del 2009 al 2012, el club triplicó sus socios, de 20.000 a 60.000, ganó un 219% más en derechos de televisión y 182% más en patrocinios. También hubo un episodio que le marcó para siempre. En el 2010, quiso tirar un penalti contra el Atlético Goianiense pero el técnico santista, Dorival Junior, no le dejó.

Se enfadó de tal manera que se convirtió en un asunto de debate nacional. «Tuvo un acto de indisciplina, que jamás sufrí», gritó Dorival, después de que el joven (18 años) se encarara con él. «Nunca vi a alguien tan maleducado. Estamos criando un monstruo en el fútbol brasileño. Él se cree un señor todopoderoso dentro del campo», chilló indignado Simoes, técnico del Atlético-GO. Desde entonces, todos calmaron al monstruo. Pidió perdón, y el Proyecto Neymar, ideado por su padre, arrancó en el 2010, con más de 20 personas trabajando su imagen y supervisando sus palabras y actos. Desde entonces, Neymar es un monstruo humilde pero irreverente, con el balón, a quien Brasil, la séptima economía del planeta y el mayor país de Latinoamérica en extensión y en población (194 millones de habitantes), no ha podido retener. ¿Por qué? «Es un honor jugar con Messi, Xavi, Iniesta...»