El clásico europeo

Cuando 'Abi' tocó el cielo

«La mejor victoria es volver a jugar después de todo lo que me ha pasado», dice el defensa

Homenajeado 8 Los jugadores del Barça mantean a Abidal tras concluir el encuentro, ayer.

Homenajeado 8 Los jugadores del Barça mantean a Abidal tras concluir el encuentro, ayer.

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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De pronto, un terremoto de emociones sacudió al Camp Nou. Pareció que se venía literalmente abajo. Estaba flotando, golpeado por un momento de pura magia. Y no futbolística. Acostumbrado como está el templo del Barça a disfrutar de situaciones increíbles, con genios como Messi, Iniesta, Xavi y compañía, el estadio estalló cuando salió a calentar Eric Abidal. Quedaban 10 minutos para acabar el partido.

Diez minutos para que el proyecto de Florentino agonizara, como le ha sucedido en los tres últimos años. Diez minutos en los que la gente disfrutó cuando miró a Abi, así le llaman sus compañeros, así le llama el barcelonismo, y lo veía galopar por la banda, junto a los banquillos. Estuvo unos minutos mirando al campo, pero, en realidad, no miraba a la hierba sino que su mente estaba en otro sitio. En su cuerpo, «al que le han extirpado un trozo de hígado», como recordó luego Guardiola, estaban miles de culés, millones de culés.

Salió Abidal al campo, suplió a Puyol, que estaba en la otra punta, y el estadio estalló. No hay palabras para describir ese momento que pasará a la historia. No, no únicamente por haber eliminado al Madrid en la semifinal de la Champions. No, no únicamente por llegar a la final de Wembley.

«Cariño especial»

Calentaba Abidal en la banda y millones de personas, física y espiritualmente, estaban a su lado. Ni dos meses han pasado desde que se le detectó un tumor en el hígado. No se supo entonces que sería de él ni, por supuesto, de su vida. Y ahí estaba Abi, sí, el querido Abi, el entrañable Abi, correteando por la banda, como un suplente más. «Estábamos en una situación muy precaria, no teníamos ni a Max ni a Adri», explicó luego Guardiola justificando esa repentina llamada al central francés por las ausencias de Maxwell y Adriano. Por eso, estaba Abidal.

Antes de pisar el césped, mientras Puyol recorría el Camp Nou de punta a punta, aguardando orgulloso el abrazo con su compañero, este juntaba las manos y rezaba. Musulmán es Abidal. «Ha sido algo increíble, la respuesta del Camp Nou ha sido maravillosa», comentó después Sandro Rosell, el presidente azulgrana. «El gesto de nuestro técnico es increíble, fantástico», añadió luego el dirigente azulgrana, feliz porque Guardiola abrió la puerta de la memoria para Abidal. «Ha tenido un tumor, pero es un chico fuerte, muy fuerte. Es muy querido en el vestuario», comentó después Guardiola.

Manteado por todos

Querido por todos, admirado por su fortaleza (fue operado el pasado 17 de marzo) y anoche disputaba una semifinal europea. «Estoy emocionado, mi corazón palpitaba. El Barça ha vuelto a demostrar porque es más que un club», comentó luego el defensa. «Nos ha ayudado mucho en los balones aéreos», dijo Guardiola. «Lo más importante para mí es que tenía una buena sensación, lo más difícil era para mí la cicatriz», añadió después Abi. «Ha sido un momento muy fuerte, con muchas sensaciones, no pensaba que iba a ser así. Sin la gente no podría ni jugar a fútbol», aseguró más tarde. «Mi mejor victoria después de lo que he pasado es volver a jugar», añadió Abidal.

Por eso, acabado el partido, cuando el Camp Nou estalló de emoción deportiva, Abi volaba hacia el cielo, manteado por todos sus compañeros. Ni él imaginó jugar tan pronto. Y ahora, con Wembley a la vuelta de la esquina, resurgió el Abi de siempre, el bromista, el tipo que transformó el alma del vestuario. «Quedan 25 días para Wembley, pero yo con 22 días ya tengo bastante». 22 es el número que voló al cielo.