EN FAMILIA

Slow Kids, jugando despacito

El Mercat de La Terra, que Slow Food Barcelona organiza cada semana en el Poble Sec, ofrece un espacio para niños con talleres y juguetes

Slow Kids del Mercat de la Terra

Slow Kids del Mercat de la Terra

Eva Melús

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Despacito no significa exactamente a menor velocidad. El movimiento 'slow', que cogió su primer impulso en 1986 de la mano de un periodista italiano llamado Carlo Petrini, indignado por el poder colonizador de los McDonalds en Roma, nos invita a desacelerar para pararnos a pensar cómo comemos, cómo vivimos y, también, cómo jugamos.

La asociación Slow Food Barcelona Vázquez Montalbán organiza el Mercat de la Terra en la plaza de las Tres Xemeneies, en el Poble Sec, desde el 2015 para reivindicar los sabores propios y de kilómetro cero. Entre paradas de tomates que saben a tomate o de tapitas hechas con espárragos de Gavà se encuentra el espacio Slow Kids, con juegos de habilidad para todas las edades y, muy habitualmente, talleres en los que se pinta con tinta de calamar o se aprende a elaborar meriendas saludables en familia.

AGRICULTORES LOCALES

Este mercado en el que los agricultores locales, esencialmente del Delta del Llobregat, venden su producto de proximidad directamente al consumidor tiene lugar todos los sábados por la mañana, pero la canícula estival lo ha trasladado a los martes por la tarde durante el mes de julio. En septiembre regresará al horario habitual, pero el próximo martes, 25 de julio, acoge su última sesión estival con sardinada (a 5 euros la ración) y música.

En esta ocasión, The Four Nuts Gang es el grupo invitado que llega con dos saxos, guitarra, contrabajo, batería, trompeta y la voz de Marta Cabanas para conformar un maridaje con un resultado potente como el rock y elegante como el swing, que deja buen sabor de boca se tenga la edad que se tenga. Ir al mercado ya es pedagógico en sí, pero el espacio Slow Kids aporta un plus.

Al margen de los talleres que van variando semana a semana, Fefe i Companyia ejercen de artistas residentes y llevan cada semana sus juegos tradicionales de madera. Tienen más de una cincuentena, son para todas las edades y están en las antípodas de los que pueden encontrarse en una tablet o un 'smartphone'.

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Montados sobre mesas con trote se pueden encontrar laberintos, juegos de billar, anillas y todo tipo de retos pensados para agudizar el ingenio y la habilidad. Por los alrededores, piezas de construcción para los más pequeños, unos zancos o los aros a los que jugaban los abuelos. Podrían parecer exóticos, pero que nadie se engañe. Son instrumentos antiglobalización de confección local.

El movimiento 'slow' se rebela contra el sistema que lo uniformiza todo y pone en valor aquello que hace único a cada rincón del planeta. También a la hora de jugar.