Geología
¿Ayudó la naturaleza a construir la Gran Esfinge de Guiza?
La erosión eólica puede haber originado la forma cruda de la maravilla arquitectónica egipcia
Un estudio sugiere que la naturaleza tuvo un papel importante en la construcción de la Gran Esfinge de Guiza, esculpida junto al Nilo hace 4.500 años y descubierta por primera vez en 1817. El viento habría moldeado las formaciones rocosas de su arquitectura y dado lugar a una figura similar a la de la estatua, que fue perfeccionada por la acción humana mediante un considerable trabajo posterior.
La Gran Esfinge de Guiza es una de las maravillas arquitectónicas más reconocibles del mundo, que se cree fue esculpida como parte del complejo funerario del rey durante la dinastía IV de Egipto, que transcurrió desde el año 2613 a. C. y terminó en el año 2494 a. C.
Sin embargo, su origen sigue siendo un misterio, porque no se sabe qué aspecto tenía originalmente, ni qué representaba ni cómo se llamaba.
Y, sobre todo, desconocemos qué terreno encontraron los antiguos egipcios cuando empezaron a construir esta impresionante estructura, y si la naturaleza contribuyó de alguna manera a su formación.
¿Un yardang?
Para responder a estas preguntas, que ya habían sido planteadas anteriormente por otros investigadores, un equipo de científicos de la Universidad de Nueva York (NYU) replicó las condiciones que existían hace 4.500 años, cuando se construyó la Esfinge, para mostrar cómo el viento moldeó las formaciones rocosas y dio lugar a una figura similar a la de la estatua.
El estudio se basó en una hipótesis previa de que la Esfinge se originó a partir de un yardang, una formación rocosa erosionada por el viento.
Los yardangs se encuentran en los desiertos y resultan del polvo y la arena arrastrados por el viento. Algunos de ellos se parecen a animales sentados o tumbados, lo que apoya la idea de que la Esfinge podría haberse originado de esta manera.
Recreando el pasado
Para comprobar esta hipótesis, los investigadores recrearon las condiciones de la erosión del viento en un laboratorio, usando una maqueta de arcilla con material más duro incrustado.
Este material imitaba el terreno del noreste de Egipto, donde se encuentra la Gran Esfinge. Luego lavaron estas formaciones con un chorro de agua de flujo rápido, para simular el viento, que las talló y remodeló, alcanzando finalmente una formación parecida a la Esfinge.
El material más duro o resistente se convirtió en la "cabeza" del león y se desarrollaron muchas otras características, como un "cuello" socavado, unas "patas" extendidas en el suelo y un "lomo" arqueado, señalan los investigadores en un comunicado.
Papel de la erosión
Consideran que este proceso desarrollado en laboratorio sugiere que la erosión, en determinadas condiciones, puede formar por sí misma figuras parecidas a la esfinge.
"Nuestros experimentos de laboratorio mostraron que, de hecho, se pueden formar formas sorprendentemente esfingiformes a partir de materiales erosionados por flujos rápidos", explica Leif Ristroph, autor principal del estudio, que ha sido aceptado para su publicación en la revista Physical Review Fluids.
Pero incluso si los antiguos egipcios crearon la Esfinge a partir de un trozo de roca de forma extraña, todavía habrían tenido que modelar delicadamente las características icónicas de la Esfinge, que sobreviven hasta el día de hoy, aclara Ristroph en declaraciones a LiveScience.
Trabajo humano
En cualquier caso, no cabe duda de que los antiguos egipcios habrían llevado a cabo una cantidad considerable de trabajo para crear la estructura icónica incluso si partieron de un yardang. "No hay duda de que los rasgos faciales y el trabajo de detalle fueron realizados por humanos", concluye Ristroph.
Como mínimo, habrían tenido que añadir bloques de piedra caliza a la formación natural para completar la parte delantera y las patas de león, por lo que lo que aporta la nueva investigación es que demuestra cómo un yardang podría llegar a parecerse a una esfinge como la de Guiza, algo que ya habían sugerido estudios previos.
Referencia
Sculpting the Sphinx. Samuel Boury, Scott Weady, and Leif Ristroph. Phys. Rev. Fluids.
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