Ruslana: "La gente no tiene ningún derecho a opinar sobre mi vida personal"

Que su primer single se titule ‘Las chicas malas desafinan’ y en el vídeo aparezca con una imagen muy Maneskin a ritmo de pop rock no la pueden definir mejor. Porque con ese espíritu entró en ‘OT’ y salió con él intacto, pese a la crisis que sufrió en el concurso porque temía haber perdido su “alma”. Y es que Ruslana, una chica ucraniana con acento canario (viven en Canarias desde hace años), reivindica su rebeldía como parte de su esencia y, pese a que ofreció en el ‘talent’ verdaderos numerazos de baile (conocidos como ‘ruslanazos’ al replicar, con solo 18 años, el ‘chanelazo’ de SloMo’) tiene muy claro qué es lo que quiere. Tanto que cuestionó a profesores y jurado. Y aún así quedó segunda: “Si tienes carácter, puedes conseguir cosas”, sostiene.

Hace unos días ya vivió su primer baño de masas fuera de la Academia en Los 40 Primavera Pop, en el WiZink. En ese estadio madrileño donde actúan las estrellas presentó en directo su primer ‘single’: “Es muy fuerte. Se lo contaré a mis nietos. Hay que afrontarlo sin miedo… al éxito”, confesaba el día anterior. Aunque tampoco es que parezca tener miedo a nada. Por eso la letra contiene mensajes que podrían interpretarse como pullitas al universo ‘OT’. “De gritar ya no tengo miedo, nadie me va a callar”. “No tengo ninguna intención de parecerme a ti”, dice en 'Las chicas malas desafinan'. “Cada uno tiene que interpretar las canciones a través de sus propias vivencias. Para mí igual no significa lo mismo que para el que la escucha”, sostiene.

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Guiños a 'OT'

No obstante, reconoce que eso está pasando.” Mucha gente pone el dedo en que el ‘single’ va por mis vivencias en la Academia. Igual hay algún que otro guiño, pero yo tenía una vida antes en la que igual tiene que ver mucho ese concepto de no cumplir la expectativa de nadie y hacer lo que a ti te sale”. Esos guiños, por lo pronto, es la voz (real) de Buika, la jurado más dura, y su icónico “un poquito de calma, amores míos”. Además del famoso 7,5 que le dio el jurado como nota global y que a ella la mantuvo en bucle  ¿Tanto le ha dolido? “Más que nada es un guiño divertido. Me gusta quitarle hierro a momentos serios como el de la puntuación. Dije: vamos a reírnos todos de ello. Y es guay que en mi primer ‘single’ haya algo que tenga que ver con la Academia, porque es de donde salimos todos”, asegura. “Pero desde el amor y el respeto”, subraya, para descartar cualquier tipo de venganza. 

Y es que, aunque pudiera parecer lo contrario, Ruslana se siente orgullosa de ser una ‘triunfita’. “Creo que deberíamos llevarlo con orgullo”, afirma. Y es que, solo con ver el número de personas que se presentaron al cásting es como para sentirlo. “Nos ha tocado una lotería a muy poquitas personas y hay que aprovecharlo al máximo”, cuenta. No obstante, cuando lo necesitó no dudó en desplegar su rebeldía: “Fui totalmente yo. Afuera todo se exageró, aunque también dentro de esas cuatro paredes lo vives todo muy intenso y las cosas te afectan más de lo que debieran”, admite. “No me arrepiento de nada, porque todo sirve para aprender”, asegura. Y opina que ponerle tantos retos sirvió para mostrar su versatilidad: “Para ser buena en lo tuyo hay que probar cosas, y saber qué es lo que quieres y lo que no. Y  tener muchísima disciplina, seas el tipo de cantante que seas”, reconoce.

Mujer con carácter

Asimismo, valora que, pese a ser Paul Thin y ella los que más impusieron su criterio en ‘OT,’ eso no impidió que quedaran segundo y tercera. “Paul y yo teníamos muy claro lo que queríamos ser fuera y en la Academia lo mostrábamos al máximo”, sostiene. También es consecuencia de su forma de ser. “Una persona con carácter es una persona segura de sí misma y puede lograr más cosas. En un mundo como la industria musical es importante. También se pueden perder otras, pero hay que saber muy bien cómo no faltarle el respeto a nadie y cómo conseguir lo que quieres complaciendo a los demás y sin perder lo que tú eres”, dice con una madurez impresionante. 

Es precisamente por esta determinación que cuesta creer que su participación en tantos concursos de niña se deba a la imposición de sus padres, como se ha dicho. “Ya ves cómo es la gente. En el primer concurso en el que participé, con 5 años, gané la categoría de 5 a 7, y cuando me subí a recoger el premio y me aplaudieron, me gustó tanto esa sensación, que pensé: yo quiero estar aquí para toda la vida”, rememora. Por eso se siente eternamente agradecida a sus padres: “Si hubiera estado sobreexplotada de pequeña y fuera contra mi voluntad, igual no estaría haciendo esto ahora. Porque ya tengo edad para decidir lo que quiero”, insiste.

Comentarios y bulos, por cierto, con los que deberá aprender a convivir. Como los que soportó sobre su relación con su compañero Omar y los líos amorosos en los que se ve ahora envuelta. “Es algo que sabes que pasará, porque va a estar los focos puestos en ti, pero no te das cuenta hasta que pasa que la gente se permite tener una opinión sobre tu vida personal. Digo se permite, porque no tiene ningún derecho. En las redes dicen lo que les da la gana. Y eso no puedes aceptarlo”, dice algo harta. “Hay que ir dando un toque de atención de vez en cuando en plan: no os volváis locos, porque no tenéis ni idea”, apunta. 

Cercanía de la gente

Entiende, eso sí, que después de estar tres meses entrando en las casas casi las 24, la gente quiera saber de ellos, pero recuerda que no son muñecos. “Es normal que estén aferrados a una imagen que han idealizado. Pero todos tenemos vida fuera. Somos personas. Cambiamos constantemente”, recuerda. No obstante, hay su parte positiva. “Lo que admiro del formato es la cercanía que llega a tener la gente contigo. Me hace gracia que cuando me paran por la calle me vengan como si nos conociéramos de toda la vida. Me encanta”, dice con una gran sonrisa. Y cuenta que ha llegado a una conclusión. “Es importante que tú entiendas, porque no se lo vas a explicar a nadie, ya que dirán y harán lo que les dé gana, que aunque te hayan visto de todas las maneras posibles, no tienen ni idea de lo que es tu vida”, sigue firme. 

Ahora le esperan los conciertos de ‘OT’ y subirse a escenarios donde experimentará aquel subidón que sintió de niña. “Es liberador”, confiesa. La cuestión será saber bajar. “A mí nunca me ha costado. Aunque ahora quizá costará más. Porque si un amigo te dice ¡qué guapa estás hoy! está muy bien. Pero si te lo dicen 30 personas al día…”. Es por eso que tiene claro que todo es porque quiere ser cantante y que no hay que confundirlo. Aunque ahora solo tiene un propósito: “No quiero pensar con pena: en mi vida llenaré un WiZink ni tampoco creérmelo.  Solo quiero disfrutar con mis compañeros, porque no vamos a volver a estar los 16 juntos en un escenario. Y menos en un WiZink”, dice saboreando ya la nostalgia. Las 'chicas malas' tienen su corazoncito.