Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Mirar ‘TardeAR’ sin parpadear atrofia el nervio ocular

Programa ‘TardeAR’, sin pestañear, T5.

Programa ‘TardeAR’, sin pestañear, T5.

Ferran Monegal

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Hay consternación entre el gremio de oftalmólogos de España por el mensaje reiterado, varias veces, a toda pantalla, que acaba de lanzar Ana Rosa Quintana en su programa ‘TardeAR’ (T5). Dice así, en tono de advertencia desafiante: «Si pestañeas, te lo pierdes», y adjuntaban fotos de la reina Letizia; de Tamara Falcó y su esposo Ìñigo Onieva; de David Beckham, y de Victoria Federica, la hermana de Froilán.

¡Ah! Esta exigencia de mirar sin parpadear ha sido un golpe a la salud ocular de los televidentes muy considerable. Lo justificaron porque decían tener cinco exclusivas fenomenales, seguidas, una detrás de otra, y lanzadas en una misma tarde. Podía parecer una gesta colosal. La primera, sobre Tamara y Onieva, fue enseñarnos que el domingo estaban en Roma y fueron a misa, y mientras Tamara seguía devotamente el oficio religioso él estaba mirando el móvil todo el rato. La segunda, que la reina Letizia, tras la Jura de Bandera de Leonor, departió con los familiares de los cadetes «¡como una madre más, como una madre más!». La tercera, que Beckham ha visitado a Fernando Alonso en el Gran Premio de Qatar y «¡había gran complicidad entre los dos cracks!».

La cuarta, que han visto a Victoria Federica con un joven en Ibiza, pero no saben quién es ni cómo se llama. Y la quinta: que Shakira llama a su exsuegro «¡el ogro!», ante lo cual Ana Rosa comentó: «¡Por favor! ¡A la suegra ‘bruja’ y al suegro ‘ogro’!» y quedó muy anonadada. ¡Ah! Comprendo que las tardes televisivas son ahora una lucha descarnada para enganchar, como sea, al personal. Tardes en las que Ana Rosa no está consiguiendo el éxito que esperaba. Incluso hemos visto a Xavier Sardà, uno de sus colaboradores habituales, intentando crear expectación midiendo la longitud de los penes con una cinta métrica en la mano. Pero esta sucesión de ‘exclusivas’, seguidas sin parpadear, pueden provocar que el nervio óptico se atrofie y sobrevenga una ceguera general. Es natural que el gremio oftalmológico esté preocupado.

Recuerdo que recién inaugurada Barcelona Televisió, en 1994 o 1995, participé en un debate sobre tele en el que estaba Joan Brossa. Dijo: «La tele es el chicle de los ojos». O sea, vas parpadeando, no te alimentas, pero te enganchas. Ahora es peor. Ahora nos coaccionan a tener los ojos abiertos todo el rato. No nos dejan ni el humilde descanso reparador de pestañear.

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