Llega la final de 'Falso amor'

Raquel Sánchez Silva: "Enfrentarte al Deepfake con algo tan delicado como tu historia de amor fácil no es"

Este jueves, 15 días después de que se estrenaran todos los capítulos de sopeténs, se emite el final, en el que se conocerá qué pareja se lleva los 100.000 euros

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Falso amor Netflix Raquel y dos concursantes

Falso amor Netflix Raquel y dos concursantes / Netflix

Inés Álvarez

Inés Álvarez

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Tras el estreno, hace 15 días, de los seis capítulos de 'Falso amor', ese 'reality' de la misma productora de 'La isla de las tentaciones' (Telecinco), que le da una vuelta de tuerca al género utilizando imágenes falsas con presuntas infidelidades para poner a prueba a las cinco parejas que se presentan, llega este jueves la final. Al frente del espacio se encuentra Raquel Sánchez Silva, una presentadora ya curtida en los concursos, desde 'Pekín Express' a 'Maestros de la costura'. Aunque aquí debe controlar su desbordante empatía.

Parecía que uno lo había visto todo en esta materia y llega este 'reality' que va más allá.

Yo creo que es un salto importante. Es verdad que innovar parece que es cada vez difícil, pero lo que hay que hacer es fijarse en la propia innovación que está nuestro alrededor, la inteligencia artificial, que es lo que hace 'Falso amor'. Saber distinguir lo que es verdad y ficción será prescindible en todos los sectores, incluido el de la confianza amorosa.

Los personajes públicos son más sus presas. ¿Eso le preocupa?

La IA, como creadora de realidades paralelas, evidentemente es una amenaza, pero también supone muchas ventajas. Como casi todos los avances tecnológicos que hemos tenido que vivir. Lo que hay que hacer es aprender a distinguirlo. Si te fijas, acabas por comprenderlo. Lo que pasa es que somos muy novatitos. No obstante, en 'Falso amor', desde el primer momento ven las imágenes y, antes de que se vayan, les decimos que pueden ser verdad o no. Enfrentarte por primera vez a una tecnología tan sofisticada como el Deepfake con algo tan delicado como tu historia de amor fácil no es. Pero tampoco lo es ganar 100.000 euros.

Los concursantes, que ya han visto el 'reality' de Telecinco, pensarían que ya sabían de qué iba la cosa. Pero ese nuevo ingrediente les hace vulnerables.

Hay varios giros en el programa. LA IA es uno muy importante. Pero también hay un concurso, lo que lo hace diferente. Porque no es que se esté premiando la fidelidad o que se resistan a vivir esa vivencia como les dé la gana. Lo que se premia es que la pareja demuestre que se conoce de verdad, que sepa con quién está durmiendo cada noche. Y a mí ese enfoque, es lo que más me intresó: la combinación de la IA con el conocimiento de la pareja. No se trata ya de: me es fiel a pesar de que está rodeado de tentaciones. Eso ya está contado. Me apetecía verlo desde otra esquina. Las relaciones amorosas son muy complejas. Abracemos esa complejidad.

Pese a que lo ves, que tu corazón te diga que eso no es cierto.

Eso es. La resistencia psicológica a lo que estamos viendo. Pero si puede ser mentira, ¿no te vas a agarrar a ese clavo para buscar el alivio? A mí eso me parece interesantísimo. Me acabas de decir: es él, o ella, y luego te digo, ¿realidad o fición?, y como no te lo quieres creer, votas ficción. ¡A pesar de que te estás jugando los 100.000 euros! Para sufrir un poco menos ese rato. La verdad para algunos es inasumible.

Netflix aprendió con 'Amor con fianza' que no se debe emitir todo de sopetón. Ha espaciado la final.

Son fórmulas que persiguen algo que nos emocionó durante mucho tiempo en el audiovisual, que es el evento. El estreno y cómo termina. Ahora te hablo como consumidora: siempre que no me hagas sufrir demasiado. El jueves 13 es un tiempo prudencial que me hace que lo coja con muchas ganas. Duplica el evento.

Es como una cita colectiva para verla.

La IA nos pone en ese lugar frío y desemparado en el que estamos indefensos, pero luego hay un regreso a lo tradicional,  porque al final quedas con los amigos en una casa para verlo. Es un evento, como lo fue 'Un dos tres responda otra vez'.

En todos los concursos ha exhibido su empatía, pero aquí se muestra hierática. Parece salida de la realidad virtual.

¡Soy un ciborg! Parezco un robot, sí. Pero no puedo no serlo, y cuando un personaje está en un momento delicado pido no saber si es verdad o ficción. Porque en la Sala Blanca los concursantes me miran en busca de algo más. Una pista. Y una caidita de ojos, un girar la cara, una media sonrisa... pueden ser mal interpretados. Vengo de hacer ‘El conquistador’, programa en el que me tiraba a los brazos de los concursantes al verlos sufrir y aquí me ha costado muchísimo. Tenía que pegar el tacón al suelo, ponerme Loctite, porque me salía ir a abrazarlos, a consolarlos.

Uno de ellos decía que necesitaba ver a su madre. Ahí si acudió.

Ahí estaba 'la mami', sí. Cuando ves que alguien necesita ayuda, tienes que intervenir, pero debes dejar que vivan eses proceso. Además, no sería justo estar para unos y no para los otros. La palabra que más escuchaba de mi director era: "Aguanta, aguanta". No sabes lo que será la final. Hay un momento en el que la Sala Blanca se interrumpe. Se seguía grabando, pero se te tenía que parar. Yo pensaba: sacadme de aquí. Tenía tantas ganas de llorar... No quería que pasasen ese momento. Les cojo cariño. Los años en la tele no me han servido para nada.

Se nota ese aprecio.

Es que yo siento un profundo respeto por el concursante, porque en ese momento están poniendo su relación en juego, mostrando su historia cuando igual se iban a casar en seis meses, o su futuro profesional o su carrera como modistas o jugándose el tipo en una experiencia de superviviencia. De hecho, mucha gente se pregunta: ¿para qué van?

¿Para qué van a 'Falso amor'?

¿Para qué van, si saben que va a salir mal? A mí no me gusta pensar que sea solo por los 100.000 euros, aunque es una razón estupenda. Pero yo creo que ahí hay búsquedas, necesidad de que pase algo. A veces es que mi vida es aburridísima y, otras, hay algo que no me convence, pero no lo quiero reconocer y me voy para allá. A veces la manera es un producto audiovisual de televisión. Me da igual, ¿y qué? Es tu vida, tu libertad; aprovecha la audiencia. Y casi siempre salen cosas buenas, porque les ha servido.