Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Papá no hables de mí en la radio ni en la tele

TVE Late Xou Berto Romero 1

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Ferran Monegal

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Un buen amigo, excelente novelista, lleva tres años en dique seco porque no encuentra tema para su próxima novela. Ha entrado en zozobra. Dice que le falla la imaginación. Le he dicho que se dedique a mirar tele. Con paciencia, e insistencia, encontrará momentos que le servirán de inspiración

Esta semana Marc Giró ha entrevistado en su programa ‘LateXou’ (TVE) al humorista y actor Berto Romero. En un momento dado contó una intimidad que trasciende la anécdota. Dijo que en su programa de radio, de vez en cuando, habla de uno de sus hijos, que tiene 9 años de edad. Y un buen día, al llegar a casa, este hijo le miró frente a frente y le hizo un ruego: «Papá, no hables de mí en los medios, ni en la radio ni en la tele. Y si lo vas a hacer, consúltame antes para que yo te diga si voy a quedar en evidencia o no». Me parece trascendente el aviso del hijo de Berto. El hijo de un famoso, o de cualquier habitual de la radio y de la tele, tiene todo el derecho a exigir de su progenitor que se busque la vida sin usarle a él. Aunque sea un uso para bien, una utilización no ofensiva, una mención inocente, el hijo puede exigir que su intimidad se respete. 

No forma parte Berto Romero, nada tiene que ver, de esos colectivos que depredan su propia descendencia. Esos que llevan años contratados en algunas cadenas a base de desventrar la intimidad de toda su parentela. De modo que le he dicho a mi amigo escritor que aquí hay tema para una hermosa novela. Yo le pondría un título largo, retocando –si me permiten– aquel verso de Rafael Alberti: "Mi intimidad es una barca que navega solo por donde yo quiero. Sobre el corazón un ancla, sobre el ancla una estrella, sobre la estrella el viento, y sobre el viento, la vela".

JOSEP BORRELL Y EL CALLEJERO .– Cachondeo en ‘Està passant’ (TV-3) sobre Josep Borrell por la votación en La Pobla de Segur para extirpar su nombre del callejero. Cuando se enteraron que solo votó el 10% del censo, el despiporren amainó. Deberían haber entrado a fondo en el tema. El problema no es Borrell. El disparate es ir poniendo a las calles nombres de políticos, sabiendo que cada equis años serán substituidos por otros. No hay placa callejera con nombre de político que resista el paso de tres generaciones. Es la mutante percepción de cada momento. Calle del jilguero, calle de la gacela... ¡Ahh! Esos sí son nombres eternos.

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