Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Bésame, tonto ¡y coge el dinero!

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Ferran Monegal

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Estamos acabando junio, Antena 3 sigue liderando las audiencias del telehipódromo estatal y Tele 5 intenta algún golpe de efecto para conseguir reducir la distancia y mitigar el dolor de su infortunio. Y el golpe ha sido echar mano, nuevamente, del tito Amador y su ex Rosa Benito.

Los han contratado en el programa ‘Déjate querer’, y les ha salido un número muy bonito. Y fructífero. El anzuelo que usó la presentadora Toñi Moreno fue: «Amador y Rosa hace nueve años que firmaron el divorcio, ¡y llevan ocho años que no se ven cara a cara!». Es rigurosamente cierto, al menos de cara a la galería. La última vez que les vimos juntos fue en 2014, en ‘Supervivientes, la isla de los mosquitos’. Naturalmente fue en T-5, que es donde se fabrican los grandes eventos de esta familia.

Ahora, este sábado, el contrato de Amador tenía dos epígrafes distintos. Primero prestarse a recibir en solitario, con la presentadora nada más, las puñaladas que le está mandando su sobrina Rociíto desde su largo culebrón particular que también esta cadena emite. Tapizaron las paredes del plató con los adjetivos que Rociíto le ha dedicado a él, y a buena parte de los Mohedano y hasta a los Ortega Cano (sois una ‘jauría’, ‘cobardes’, ‘hipócritas’, ‘malas personas’, ‘¡ladrón!’) y entonces el tito Amador entraba al trapo y respondía: «Ella es la que le tenía que haber dedicado tiempo a su madre (..) Ella siempre se ha apartado de su madre, siempre (..) Lo voy a decir: ¡Rocío se quejaba, se quejaba de que su hija pasaba de ella!»

¡Ah! Aquí el índice de audiencia se debió de elevar mucho. Concluido este primer epígrafe contractual, o sea, alcanzada la cumbre del canibalismo entre el ‘títo’ y la ‘sobrina’, llegó la segunda parte, más agradecida, eso sí: el reencuentro con su ex Rosa Benito. Como comedia hay que decir que estuvo muy bien construida. Primero la incógnita, la duda, de si Rosa aceptaría ir al plató. ¡Ay, qué frenesí! ¡Ah! Como intérpretes de aquellos géneros menores, tan risibles, de las astracanadas y los entremés de hace uno o dos siglos, nos han entretenido.

Y, al final, la traca: levantaron la mampara, surgió de un lado Amador y del otro la Benito. Se acercaron, los del público aplaudían como descosidos, sonaba una canción de la Jurado por la megafonía, y entonces yo me acordé de lo que le decía Kim Novak a Ray Walston en aquella película de Billy Wilder: «Take the money and kiss me, stupid”.

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