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La crítica de Monegal: ‘Borgen’, independencia con petróleo

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Ferran Monegal

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Regresa después de 10 años, una nueva temporada de ‘Borgen’ (Netflix), la que para mí sigue siendo la mejor serie política del siglo XXI. En esta cuarta temporada la heroína, la política Birgitte, ya no es primera ministra de Dinamarca: es ministra de Asuntos Exteriores. Y toda esta entrega versa sobre el descubrimiento de petróleo en Groenlandia. ¡Ah!

Aunque no podemos hacer comparativas entre el sentimiento ‘indepe’ de Groenlandia, con el de Escocia, o el del Quebec, la trama es sumamente disfrutable. Groenlandia es un territorio autónomo que pertenece al reino de Dinamarca. Es la isla más grande del mundo después de Australia, pero apenas cuenta con 58.000 habitantes. O sea que caben todos en Castelldefels, pongamos por caso. La serie nos cuenta que de pronto encuentran petróleo en el subsuelo de Groenlandia, y el sentimiento ‘indepe’ crece porque creen que con petróleo la independencia está al llegar.

Birgitte intenta hacerles ver que ir a la independencia gracias al petróleo es un error colosal. Lo argumenta desde el punto de vista ecologista y climático: el futuro no está en los combustibles sólidos, todo lo contrario. Y el pueblo ‘inuit’ se enfada, pero asiste a la llegada de los rusos y los chinos con toda su potencia industrial para extraer el crudo, ante el cabreo de los norteamericanos. Y entonces caen en la cuenta de que a rusos, a chinos, y a todos, su independencia les importa un rábano. Quieren el petróleo, y basta. Dibuja bien la serie el descarnado pragmatismo de la geopolítica actual. Como decían los Corleone hace casi 100 años: solo son negocios, sin motivos personales. O sea que seguimos en la selva de la economía mafiosa y salvaje. La presencia de los rusos, con soldados invadiendo momentáneamente Groenlandia, es un toque oportuno. Muy actual por lo que se está viviendo en Ucrania.

Seguramente la grabación de esta serie es anterior a las últimas elecciones groenlandesas (abril 2021), en las que ganó el Partido Inuit. A pesar de ser una formación netamente ‘indepe’ han decidido suspender las extracciones petrolíferas. No es asumible el daño medioambiental. En cierto modo la realidad da la razón a la ficción. Birgitte acaba aceptando una extracción de petróleo, controlada por Dinamarca, pero dimite de ministra. Sabe que perforar el subsuelo dejará Groenlandia sin pesca, sin hielo... Una independencia hacia la nada.

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