Las lagartijas saludan con cariño a Simón

Justo la noche en que Madrid era confinada, Tele 5 ha decidido emitir el periplo del famoso epidemiólogo Fernando Simón con Jesús Calleja por tierras y playas de Mallorca (Planeta Calleja). Nos advirtieron que el programa habia sido grabado entre el 13 y el 17 de septiembre. Lástima. Nos hemos perdído el análisis de Simón sobre el confinamiento de la capital del reino, tan accidentado, tan problemático, en la relación entre la Presidencia de la Comunidad y la Presidencia del Gobierno. Calleja acompañó a Simón por Mallorca. Una tournée de aventuras variadas, aprovechando que el epidemiólogo se habia tomado unos breves días de descanso después de tantos meses en primera línea de la pandemia. Submarinismo, escalada, viaje en globo, circuito en bicicleta, espeleología por una cueva de Pollensa... Y charlaban amicalmente sobre toda esa situación que ha llevado a Simón a ser uno de los personajes más populares y conocidos del momento.  «Yo siempre he dicho que no seré famoso de verdad hasta que no me llame Calleja» decía con humor.

Calleja le preguntó por su relación con Pedro Sánchez, concretamente «¿Quien toma las decisiones? ¿Tú?». Y Simón, con paciencia, le explicó: «Yo soy un funcionario. Trabajo para el Estado. Y hago propuestas. Las decisiones las toman las personas legitimadas. Sánchez tuvo el valor de cerrar el pais. No habia otra opción. Hizo lo que tenía que hacer». La sensación que nos ha trasnmitido Simón es la de un hombre fiable. Serio. Curtido en mil batallas contra virus y bacterias, en Burundi, Somalia, Mozambique..., luchando contra el cólera, la meningitis, el ébola y ahora el covid-19, transmite serenidad desde el conocimiento. Solo se alteró cuando le preguntó Calleja por los negacionistas, los que propalan que el virus no existe y que las vacunas son inútiles. En ese momento a Simón se le encabritaron un poco más las cejas y respondió: «El animismo se acabó con la Edad de Piedra. Negar la evidenca científica es mentir. Esa gente es peligrosa para la vida de las personas».

A mí me gustó mucho una escena, cuando caminaban por el isla de Sa Dragonera. Aparecieron de pronto tres o cuatro lagartijas sobre unas piedras. Simón alargó la mano hacia ellas. Y els dragonets, como allí les llaman, en lugar de huir, se acercaron y le lamían delicadamente los dedos. Había cariño. Se alegraban de verle.

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